En el Día Mundial contra la Trata de Personas, USO considera imprescindible que los gobiernos aumenten el suelo mínimo de protección social para las víctimas
El 30 de julio es el Día Mundial contra la Trata de Personas, un día instituido por Naciones Unidas en 2013 para concienciar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos. Cada año, miles de mujeres, hombres y niños caen víctimas de la trata en el mundo. El tráfico de personas se da en prácticamente todos los países, ya sea actuando como país de origen, tránsito o destino de las víctimas.
La pandemia ha agravado la causa subyacente de la trata de personas que son las desigualdades económicas y sociales sistémicas, haciendo vulnerables a un mayor número de personas. A esto se le suma las medidas adoptadas con motivo del covid-19, como las restricciones al movimiento, el cierre de fronteras y el aumento de la presencia y los controles policiales, que parecen reducir la delincuencia pero también hacen que esta se torne más clandestina. Los delincuentes están ajustando sus modelos de negocio a la “nueva normalidad”, especialmente mediante el uso indebido de nuevas tecnologías. Además, la provisión de ayuda por parte de ONG se hace más difícil.
USO considera imprescindible realizar un seguimiento de las respuestas al covid-19 en todo el mundo, para que estas no repercutan negativamente sobre las personas en situación de vulnerabilidad, así como que los gobiernos aumenten o provean de un suelo mínimo de protección social, primando el Estado de Derecho y los derechos fundamentales de las víctimas.
¿Qué es la trata de personas?
La trata se define como delito y una violación de los derechos humanos que implica toda una serie de acciones que van desde captar a alguien, trasladar a la persona, acogerla o recibirla. Se realiza mediante cualquier medio ilícito que puede ser el engaño, el abuso de una situación de necesidad o de vulnerabilidad, a través coacciones, amenazas, violencia, rapto, secuestro o fraude.
La intención puede ser someter a la persona a una explotación sexual, a un trabajo forzoso, a un matrimonio, a la comisión de delitos o incluso para extraerle órganos. Para que se considere trata no es necesario un cruce de fronteras internacionales, ni que las personas sean inmigrantes o estén en situación irregular. No obstante, lo que diferencia la trata de los trabajos forzosos es que deben concurrir tres elementos: captación, traslado y explotación.
22 millones de víctimas de trata en el mundo, sobre todo, mujeres y niñas
Las últimas cifras desvelan que 22 millones de personas son víctimas de trata en todo el planeta, de las cuales solo 2 millones se hallan identificadas.
En cuanto al perfil de las víctimas, los últimos datos recabados en 2018 indican que, por cada 10 víctimas detectadas globalmente, 5 eran mujeres y 2 niñas. Cerca de un tercio del total de las víctimas eran menores (tanto niños como niñas), mientras que el 20% eran hombres adultos.
Este perfil, sin embargo, cambia considerablemente en función de qué región del mundo hablamos. En los países del África subsahariana se detectan más niños que adultos. Por otro lado, en Europa del Este y Asia Central la proporción de adultos es mucho más elevada. La mayor parte de las mujeres son traficadas con fines de explotación sexual, mientras que los hombres lo son para el trabajo forzoso. De esta manera, el 50% de las víctimas detectadas son traficadas con fines de explotación sexual y el 38% para trabajos forzosos.
Atendiendo al lugar de origen de las víctimas, África subsahariana y Asia Oriental son los territorios donde más víctimas de trata se han encontrado en el exterior de sus fronteras. La explotación sexual es el principal motivo en todas las regiones del mundo salvo en África, donde son los trabajos forzados. En Europa Occidental y Central es donde se concentran más víctimas procedentes de Asia Oriental y África Subsahariana. Sin embargo, en esta parte de Europa, la mayor parte de las víctimas proceden del centro y sudeste de Europa.
En España, solo se identifica como víctimas al 1,4% de personas en riesgo de trata. En 2019 tan solo 42 mujeres habían sido identificadas formalmente como víctimas de trata, de las 2.834 que se encontraban potencialmente en riesgo o que ya estaban en riesgo, según datos proporcionados a Amnistía Internacional por la policía. Esta ONG considera que parte de esta falta de detección es que no siempre se garantiza un enfoque de género y de protección de derechos humanos por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Aumento de la vulnerabilidad por el covid-19
El último informe elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito sobre la situación de la trata con la llegada de la pandemia revela numerosos aspectos preocupantes. Así, existe el riesgo de que el covid-19 dificulte aún más la identificación de las víctimas, que además suelen ser personas que están más expuestas al virus.
Los aumentos en los niveles de desempleo y la reducción de los ingresos, especialmente para las personas que perciben los salarios más bajos y/o que pertenecen a sectores informales, implica un aumento en su vulnerabilidad. Millones de personas que trabajan en la industria textil, manufacturera, en la agricultura y la ganadería, en el trabajo doméstico, etc., y que vivían en condiciones de subsistencia, han perdido sus salarios. Además, las personas que continúan trabajando en estos sectores, en los que se detecta continuamente la trata de personas, pueden enfrentar una mayor explotación a causa de de la reducción de los costes de producción, las dificultades económicas y la escasez de controles.
Las ONG alertan del aumento de prestamistas informales que prometen préstamos con bajos intereses, lo que aumenta la posibilidad de caer en servidumbre por deudas. El cierre de escuelas ha provocado también un aumento del riesgo de trata hacia niños y niñas en muchos países, donde la escuela representa un refugio. En entornos donde las prioridades y las acciones están orientadas a limitar la propagación del virus, es más fácil para los delincuentes de trata esconder sus operaciones; al tiempo que se aísla aún más a la víctima. A esto hay que sumarle la saturación de los servicios administrativos, además de sus cambios en la forma pasando a ser digital, que ha afectado especialmente a las personas con permisos temporales de migración o con ayudas derivadas de su condición de víctimas que no han podido renovar fácilmente. Las personas migrantes irregulares y los trabajadores temporales han tenido que enfrentar condiciones laborales y de vida más precarias, dando lugar a una mayor vulnerabilidad ante las redes delictivas.
Desde USO solicitamos a todos los gobiernos un compromiso firme con los ODS relacionados con la trata de seres humanos, entre ellos el 5 (igualdad de género), el 8 (trabajo decente) y el 16 (paz, justicia e instituciones sólidas). Así como luchar por la protección social universal, de manera que ninguna persona se vea abocada a caer en las redes de la trata por sobrevivir ante la llegada de cualquier crisis, catástrofe o emergencia.
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