Más de 2.500 representantes de 140 países, entre ellos 40 jefes de Estado o de Gobierno, se dan cita esta semana en Foro Económico Mundial de Davos, que ha arrancado hoy y en el que se analizan los principales retos a los que se enfrenta la economía global. En este marco, dirigentes sindicales internacionales han advertido que “el sistema económico mundial no funciona para 6.000 millones de personas”. Por su parte, Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional ha reclamado “un nuevo modelo empresarial que ponga fin a la desintegración de las democracias y las economías. El mundo necesita inversiones y empleos”.
Ha quedado constatado que el desempleo masivo, la pérdida de la confianza en las instituciones, el aumento de las desigualdades y del extremismo son riesgos globales para los trabajadores y trabajadoras, los empleadores y los líderes. La Encuesta Global de la CSI, efectuada en 14 países, reveló que:
- Sólo uno de cada dos encuestados consideraba que la próxima generación conseguirá encontrar un empleo decente;
- El 78 % de la población considera que el sistema económico favorece a los más ricos en lugar de ser justo para la mayoría;
- El 62 % de la población mundial quiere que se controle el poder corporativo.
En este sentido, Sharan Burrow ha afirmado que “la naturaleza misma de los incentivos corporativos para invertir en una distribución equitativa está resultando socavada por su propio modelo de negocios. Es una vía de doble dirección: las empresas necesitan a los trabajadores, y los trabajadores necesitan empleadores equitativos. Por el momento, el mundo empresarial no está cumpliendo con la parte que le corresponde. El actual modelo empresarial es malo para las personas, malo para la economía y malo para la estabilidad y la democracia”.
“Un aspecto esencial del ‘crecimiento inclusivo’ ha de ser reducir la desigualdad de ingresos y revertir el descenso de la participación de la renta salarial en la producción y los ingresos”, comentó John Evans, secretario general de la Comisión Sindical Consultiva ante la OCDE (TUAC) y economista principal de la CSI. Las perspectivas para 2015 son malas para el crecimiento y el empleo, advirtió Evans. Un descenso de la demanda y la deflación en Europa pone en peligro más puestos de trabajo.
Subidas salariales
Desde la década de 1980, los salarios reales no han conseguido aumentar paralelamente con la productividad, y como resultado de ello la participación de la renta salarial ha caído drásticamente. El porcentaje de la renta salarial descendió del 62 % al 54 % según cifras de la ONU.
Incrementar los salarios y reducir la desigualdad, junto con inversiones públicas, constituyen elementos clave para un plan de recuperación. Los líderes gubernamentales y empresariales tienen en sus manos las herramientas para marcar una diferencia real en las vidas de los trabajadores y trabajadoras. Treinta y tres millones de puestos de trabajo podrían crearse tan sólo en los países del G20, aplicando incrementos coordinados e inversión en infraestructura.
Un salario mínimo con el que las personas puedan vivir, reforzar la negociación colectiva, frenar los excesos en las remuneraciones de los altos directivos y respetar las normas de la OIT en las cadenas mundiales de suministro son acciones que los líderes pueden establecer.
“Un estudio económico revela que incrementando la inversión pública y la participación de la renta salarial en el PIB entre el 1 y el 5 %, el crecimiento económico en los países del G20 podría aumentar en hasta un 5,84 %”, indicó Evans.
El plan para Davos 2015 presentado por los líderes sindicales para la inversión y el empleo, los salarios y la protección social, incluye:
– Un cambio de políticas, invirtiendo en la creación de empleos de calidad;
– Un salario mínimo vital, negociación colectiva, fiscalidad progresiva y protección social;
– Controlar el poder corporativo y eliminar la esclavitud;
– Justicia climática y una transición justa para los trabajadores y sus comunidades;
– Gobernanza económica, que requiere planes para la reducción de la deuda de los países donde las medidas de austeridad están destruyendo la economía.
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