Soy migrante. Esta es una constante de la especie humana. Todos somos migrantes, en mayor o menor distancia y cultura.
Y este es el lema que las Naciones Unidas han elegido para el Día del Internacional del Migrante, el 18 de diciembre, cuando se conmemora la aprobación de la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, 1990, que sólo 4 países europeos la han ratificado (Albania, Montenegro, Serbia y Turquía, no así España).
El fenómeno de la migración es consustancial a la especie humana. Ha crecido de forma notable en las últimas décadas y se calcula, según las propias NNUU, que en la actualidad unos 232 millones de personas buscan en países distintos al suyo nuevas oportunidades de mejorar su vida y desarrollar sus conocimientos. Alrededor de la mitad de ese colectivo son mujeres.
La Convención de los trabajadores migrantes lo que establece son unos mínimos derechos a las personas migrantes para poder normalizar su vida.
El porqué de la migración se responde por la búsqueda de unos horizontes de vida para la persona migrante y su familia mejor a la situación que tiene. Puede ser beneficiosa para todos, para las personas que emigran, los países de destino o de origen. Es una forma de equilibrio. Si en un país se está mal y los medios de comunicación, accesibles en todo el mundo, transmiten que en otra parte se está mejor, habrá personas que se planteen ir a ese lugar para tener una vida mejor. Por eso es tan fundamental un desarrollo inclusivo y una redistribución de la riqueza.
Estos dos elementos, desarrollo inclusivo y redistribución de la riqueza son los objetivos que se marca el sindicalismo internacionalista. Pero, mientras tanto, es una obligación defender la universalización de derechos para toda la ciudadanía, sea cual sea su lugar de nacimiento. Y trabajar para que las políticas, de todo tipo, sean coherentes con las dos premisas enunciadas, aún costando dinero. El sindicalismo defenderá esta cuestión que, por otra parte, debiera estar en la agenda de los gobiernos. Así, entre los Objetivos de desarrollo sostenible, aprobados en septiembre de este año por todos los Gobiernos de las NNUU, entre ellos el español, se dice: “8.8 Proteger los derechos laborales y promover un entorno de trabajo seguro y protegido para todos los trabajadores, incluidos los trabajadores migrantes, en particular las mujeres migrantes y las personas con empleos precarios”.
Si esto es así, para las personas migrantes, también debemos facilitar paliar el drama de las personas refugiadas, procedentes de zonas donde su vida o libertad corren serio peligro.
USO cuenta con Departamentos de Migración y pertenece a la Asamblea de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) para, en la medida de sus posibilidades, poner su grano de arena en esta área social y contribuir a la transición vital de las personas que están en una categoría provisional, la migración, o que debiera ser provisional, el refugio, para su plena integración y convivencia, con los mismos derechos y obligaciones que el resto de la ciudadanía.
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