A pesar de los efectos del covid-19 en la economía, 543 personas murieron en accidentes de trabajo hasta septiembre, 36 más que en 2019
Hasta septiembre, 543 personas fallecieron en accidentes de trabajo. Son los resultados que se desprenden de la Estadística de Accidentes de Trabajo y que recoge los datos de siniestralidad de enero a septiembre de este año.
Por tanto, a pesar del descenso de la actividad laboral, durante los nueve primeros meses del año, los accidentes de trabajo mortales fueron 36 más que en el mismo periodo de 2019. Es decir, las muertes en el trabajo aumentaron un 7,1%.
En jornada de trabajo fueron 456 las muertes en el trabajo, 62 más que el año pasado, lo que supone un aumento del 15,7%. Mientras que los accidentes in itinere fueron 87, 26 menos que en 2019, es decir, se redujeron en un 23%.
Siniestralidad laboral de enero a septiembre
La estadística de enero a septiembre 2020 recoge que el número de accidentes de trabajo con baja fue 348.862, mientras que sin baja, fueron 378.851. Comparando las cifras con el mismo periodo del año anterior, los accidentes con baja experimentaron una disminución del 26,4% y los accidentes sin baja, se redujeron el 29,8%.
Dentro de los accidentes con baja, se produjeron 308.453 accidentes en jornada de trabajo y 40.409 accidentes in itinere. La variación en relación al año anterior se situó en el -25,1% para los accidentes en jornada y en el 34,9%, para accidentes in itinere. Por situación profesional de los accidentes con baja, se produjeron 327.163 accidentes en asalariados y 21.699 accidentes en trabajadores por cuenta propia.
En cuanto a la gravedad, los accidentes leves y graves se reducen un 25,2% y un 20,1%, respectivamente.
Respecto de los accidentes in itinere, han sido 87 personas fallecidas con un descenso del 23%. De igual forma, han descendido los leves y graves en un 35% y un 25,6%, comparativamente.
Sectores con más siniestralidad
Los sectores que más sufren la mayor gravedad de la siniestralidad se representan en el siguiente gráfico, donde el sector agrario aumenta un 87% y la industria un 45,3%.
El origen de los accidentes de trabajo en estos sectores, más afectados por la crisis sanitaria y económica, pueden ser los factores psicosociales que afectan directamente a los riesgos de seguridad, así:
- En el sector agrario: las largas jornadas de trabajo; la monotonía; las incidencias meteorológicas; la falta de conciliación familiar; el trabajo en soledad o aislamiento; la dificultad de comunicación e información por los diversos lenguajes, así como la falta de formación inicial en prevención de riesgos laborales.
- En el sector industrial: el aumento de responsabilidades al realizar el trabajo de otra persona afectada por ERTE; la falta de formación previa al ocupar ese puesto; miedo a la equivocación en las nuevas funciones; la falta de autonomía para organizar el trabajo ante la nueva carga de trabajo; el desempeño de rol por falta de participación y un claro liderazgo y los cambios de turnos o adaptaciones casi diarias.
- En el sector servicios: las demandas emocionales de los clientes; la alta carga mental por polivalencia en las funciones; presiones en los tiempos de trabajo; la turnicidad; el trabajo en festivos; la inseguridad laboral al ser contrataciones temporales, precarias, que conllevan falta de implicación y pertenencia a la empresa; excesiva supervisión y falta de apoyo social de la empresa que desembocan en conflictos con la organización y con terceras personas, clientes y familiares.
- Común a todos los sectores es la inseguridad en el empleo por los errores cometidos, la falta de una comunicación clara por parte de la empresa de la estrategia que se va a seguir para superar las consecuencias de la crisis y el miedo a contagiarse trabajando y contagiar a sus seres queridos.
Todo lo anterior da lugar a situaciones de ansiedad y estrés. Un trabajador con estos síntomas puede tener fallos de memoria, concentración y atención, por lo que se aumenta exponencialmente el riesgo de sufrir accidentes en el trabajo por simples descuidos que pueden traer graves consecuencias.
Por tanto, es obligación de la empresa proporcionar herramientas a las personas trabajadoras para compensar estos estados, a través de la formación preventiva, al igual que intervenir en las expectativas y exigencias de la persona que busca la excelencia en su trabajo.
Intervención sobre factores psicosociales
En USO creemos que la empresa debe empezar a intervenir en los anteriores factores psicosociales a través de sus mandos intermedios, necesitando de estos un esfuerzo extra de organización del trabajo, de comprensión, de paciencia, de flexibilidad y de tener formados e informados a los trabajadores.
En cuanto a la organización del trabajo, se debe ser compresivo respecto a la carga de trabajo para no incrementar las exigencias del puesto y, por tanto, los errores y producir otras patologías como los trastornos musculoesqueléticos, con una altísima tasa de siniestralidad. Se deben trasladar los nuevos procedimientos de trabajo de manera clara para la total compresión del equipo. Los plazos y objetivos tienen que ser ajustados a la situación para que sean alcanzables sin realizar un sobreesfuerzo.
A su vez, se debe formar a los trabajadores en competencias como resiliencia, adaptabilidad, tolerancia al estrés y flexibilidad, potenciando en todo momento el trabajo en equipo. En definitiva, para que se genere una actitud positiva grupal para conseguir la reducción de la siniestralidad laboral en la empresa por la descompensación de los factores psicosociales.
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