Tras las últimas agresiones contra el colectivo LGTBI, USO reafirma su compromiso con la lucha contra la LGTBIfobia y condena esta sucesión de ataques que atentan contra la libertad de las personas y los derechos humanos
En las últimas semanas, se han producido una elevado número de agresiones contra el colectivo LGTBi y machistas, como la agresión que se está investigando en Valencia contra un joven trans. Investigación que, en el caso del barrio madrileño de Malasaña, ha concluido con una confesión del supuesto agredido negando los hechos que en un principio había denunciado como delito de odio.
En USO estamos totalmente comprometidos con la lucha contra la LGTBIfobia, tanto socialmente como en la defensa de los derechos laborales, y condenamos firmemente esta sucesión de agresiones que atentan contra la libertad de las personas y los derechos humanos.
Se incrementan los delitos de odio un 17%
Según datos del Ministerio del Interior, en los últimos años los delitos de odio por motivo de orientación sexual se han incrementado en un 17%.
En los últimos días, hemos tenido constancia de agresiones homófobas, contra el colectivo LGTBI y machistas en nuestro país, entre las que se encuentran:
- Agresión homófoba en Amurrio: el 12 de agosto un joven de 22 años fue increpado y golpeado en la localidad de Amurrio por una cuadrilla. Los agresores le atacaron al grito de “maricón”. Cientos de personas se concentraron el 14 de agosto en la plaza del ayuntamiento de Amurrio para expresar su rechazo a la agresión.
- Agresión homófoba en Melilla. La Asociación de Gays y Lesbianas de Melilla (AMLEGA) ha denunciado una doble agresión a un chico homosexual el pasado 28 de agosto. Un hombre insultó reiteradamente a un joven para después propinarle una paliza.
- Ataque homófobo en Velada (Talavera de la Reina): se produjo el 3 de septiembre, durante la celebración de las fiestas del municipio de Velada. Insultaron a un joven por su orientación sexual y le pegaron en la cara dejándole en el suelo.
- Agresión en Vitoria: el sábado 4 de septiembre, un joven fue agredido en Vitoria. Este denunció lo sucedido a través de las redes sociales y mostró su preocupación ante el incremento de agresiones LGTBI en la provincia. El joven insistió en la necesidad de contar lo sucedido, de visibilizar problemas que son más comunes de lo que imaginamos.
- Ataque en unas jornadas sobre feminismo en Castellón: también el 4 de septiembre, un hombre interrumpió un acto feminista para amenazar a los allí presentes con una pistola de juguete. El agresor quiso pedir que se bajara la música porque “estaban molestando”. Lo cierto es que el acto había sido autorizado y en él se cumplían estrictamente todas las medidas de seguridad.
- Agresión en Valencia: la Policía Nacional investiga la paliza que recibió un joven trans de 21 años en la madrugada del 7 de septiembre. Los hematomas y otras lesiones que muestra la víctima son producto, según su denuncia, de la agresión de un hombre, que le propinó puñetazos y patadas. Para el sábado se ha convocado una concentración en Valencia de repulsa.
Lucha contra cualquier forma de violencia homófoba
Todas estas agresiones contra el colectivo LGTBI son solo la punta del iceberg de un problema que va mucho más allá de la violencia puntual. No son casos aislados. La discriminación y las agresiones se manifiestan de una gran cantidad de formas y no siempre estas acaban en denuncia. Esto es lo que advierten las asociaciones que luchan contra el machismo y la homofobia.
Aunque cada vez se interponen más denuncias y la sociedad está mayormente concienciada, aún existe el miedo a manifestarse como LGTBI, a expresar sentimientos o ideas en público, incluso desconfianza hacia los mecanismos de atención y protección institucionales. Esto es gravísimo en pleno siglo XXI. Resulta desgarrador ver cómo la violencia se banaliza hasta tal punto de darle una paliza a alguien solo por ser como es, por su orientación sexual, sexo, religión, cultura, o por sus ideas.
En la presentación de la Memoria de la Fiscalía con motivo de la apertura del Año Judicial, la Fiscal General del Estado ha presentado a los delitos de odio y discriminación como un ataque y un desafío para nuestro sistema constitucional y convivencia democrática. Actualmente, los motivos más recurrentes en este tipo de delitos son la orientación sexual, el racismo y la xenofobia. Además, destaca un ligero aumento del motivo ideológico, sobre todo mediante las redes sociales. En la memoria también se menciona un “fuerte repunte” de las amenazas y coacciones a través de las redes -un 30% más- y un aumento del 10% del acoso.
Formación de profesionales ante los delitos de odio
El caso de Samuel Luiz, en A Coruña, supuso un punto de inflexión en el tratamiento de los delitos de odio. No solo se ha hablado de la necesidad de concienciar a la población y de educar en igualdad, para evitar estas situaciones. Además, se ha planteado reforzar la formación específica e integral de profesionales.
La policía es un buen ejemplo de ello. Una asociación de policías LGTBI motivó en agosto un cambio en las investigaciones de los delitos de odio. El Ministerio del Interior ya investiga como posible delito de odio cualquier suceso en el que se presuma discriminación, lo que significa que, en ese caso, se encargará de ello una unidad especializada: los agentes de la Oficina Nacional de Lucha Contra los Delitos de Odio.
Esta actualización es muy importante pues, en el cuerpo de policía, la formación en delitos de odio es escasa. Debido a la complejidad que tienen este tipo de delitos, los casos deben estar en manos de personas formadas tanto en investigación como en asistencia a las víctimas.
Es importante sensibilizar a los profesionales que van a tratar este tipo de asuntos y evitar que solo se formen unos pocos que ya están previamente concienciados. Especialmente a policías y guardias civiles, pues son a los que acuden las víctimas la mayoría de las veces y su actuación determinará el curso de la posterior instrucción judicial.
Educación y concienciación a través de la cultura
En el Teatro Lara de Madrid, se está representando actualmente una obra de teatro que habla precisamente del problema que estamos tratando: Johnny Chico. Esta pieza, interpretada por Víctor Palmero, muestra cómo la violencia hacia las personas homosexuales o trans puede ejercerse desde todos los ámbitos: el familiar, el institucional y el social.
El éxito de Johnny Chico, que amplió recientemente sus funciones y cambió de sala, es la prueba de que hay una parte de la sociedad que no solo condena la violencia sino que está comprometida férreamente con la igualdad, la libertad y la diversidad.
La adaptación del monólogo del australiano Stephen House trata sobre el conflicto del joven Johnny con su propia identidad personal y sexual. Cuenta la historia de un joven que se ve obligado a huir del ambiente de marginalidad e incomprensión en el que vive. Johnny Chico busca lo que buscamos todos: ser nosotros mismos sin tener que escondernos, amar y ser amados con libertad.
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