La violencia de género tiene plano institucional, cuando la respuesta es inadecuada o insuficiente por parte del Estado. Analizamos esta realidad
En las últimas décadas hemos asistido al desarrollo de convenciones, normativas y políticas públicas en materia de lucha contra la violencia de género. En ese sentido, España ha cumplido parcialmente con sus obligaciones derivadas de la firma de instrumentos internacionales tanto del sistema universal, como en el plano regional.
El principal instrumento que sirve como referencia en España para hablar de este grave problema social es la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Esta ley tiene por objeto actuar contra la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia.
En ese sentido, aún y cuando reconocemos que esta Ley es un gran avance en materia de protección de los derechos de las mujeres, señalamos que solo se focaliza en una pequeña parte del fenómeno de la violencia de género. Esta violencia está presente en todos los ámbitos en los que se desarrollan y que afecta de forma generalizada a todas las mujeres. El propio sistema en el que vivimos está diseñado de tal forma que oprime a las mujeres y pone en una situación privilegiada a los hombres en todos los espacios.
La violencia de género también es poner en situación de desventaja, discriminación y opresión a la mujer
La violencia de género no solo es aquella en la que identificamos a un agresor directo, sino también todas las condiciones que colocan en una situación de desventaja, discriminación y opresión a las mujeres.
La violencia de género tiene impactos distintos en las víctimas. Así, el grado de afectación dependerá de la historia de vida personal, la cantidad de recursos que poseen, las redes de apoyo con las que cuentan y las situaciones de discriminación que experimentan. Ninguna elige vivir violencia, cada proceso es distinto, por ello es imprescindible que nunca se juzgue a una víctima, ni se responsabilice de la violencia que vive, deber ser tratada con respeto y empatía.
En ese sentido, es necesario mencionar que, al estar frente a una víctima de violencia de género, se debe tener presente que no todas parten de la misma situación de salida. Hay mujeres que enfrentan situaciones de vulnerabilidad múltiples y que se encuentran más alejadas del ejercicio pleno de sus derechos. Por ejemplo, una víctima de violencia de género que además es migrante, tiene una discapacidad, vive en condiciones de exclusión social y carece de redes de apoyo en España, tendrá necesidades más complejas y su proceso de empoderamiento será distinto que el de una mujer española de clase alta, sin discapacidad y con redes de apoyo desarrolladas.
Falta de respuesta institucional adecuada para las víctimas de violencia de género
A día de hoy, la violencia de género en términos de la legislación española, es decir, la violencia que se presenta en el ámbito familiar y que une a la víctima con el agresor a través de un lazo afectivo o por haber sido su cónyuge, ha dejado el indignante saldo de 52 mujeres asesinadas en 2023 y 51 personas menores de edad en situación de orfandad.
De los 52 casos, 12 de las víctimas contaban con una constancia institucional de denuncia, de las que 11 tenían un proceso iniciado y 2 no consta que se haya iniciado el proceso (datos a 8 de noviembre de 2023). Es decir, 12 de esas mujeres que fueron asesinadas habían intentado salir de esa situación de violencia, sin embargo no lo lograron, ya sea por sus propias condiciones individuales, o bien, porque la atención, información y recursos que le allegaron no fueron los más adecuados.
La falta de recursos destinados para la atención de la violencia de género, la falta de capacitación de las personas que proporcionan atención, la falta de sensibilidad y empatía, ocasionan que las mujeres que logran romper el silencio y solicitan ayuda al no encontrar una respuesta institucional adecuada sus necesidades pierden la esperanza de salir de su contexto y ante la falta de redes seguras, permanecen al lado de su agresor.
La violencia institucional también es violencia de género
A la respuesta inadecuada o insuficiente podemos identificarla como violencia institucional. Esta modalidad de violencia contra las mujeres es ejercida por las instituciones del Estado, a través de una acción u omisión que ocasionan un trato discriminatorio, revictimizante y/o segregatorio que actúan en contra de sus derechos.
Para que quede más claro, daremos algunos ejemplos para identificar algunas manifestaciones de violencia institucional:
- Si vas a comisaría a denunciar a tu agresor y no te creen, ni hacen nada para garantizar tu seguridad y la de tus hijos, hijas o personas a tu cargo.
- Si una persona juzgadora actúa con sesgos de género y no aplica la perspectiva de género en una sentencia.
- Si una persona trabajadora del Estado obstaculiza tu derecho a acceder a una prestación social debido a tu calidad de víctima de violencia de género.
- Si en el ámbito sanitario público no te garantizan el acceso a la interrupción legal del embarazo, te juzgan o te tratan mal por querer abortar.
La violencia obstétrica
Otro tipo de violencia que se presenta recurrentemente en el ámbito institucional es la violencia obstétrica, la cual es ejercida por personal sanitario hacia las mujeres durante el embarazo, el parto y/o el puerperio, y se realiza mediante actos inapropiados o no consentidos, entre ellos episiotomías, palpaciones vaginales sin consentimiento, intervenciones dolorosas sin anestesia, medicalización excesiva o innecesaria, además de prácticas médicas sexistas.
Para que quede más claro, si el personal sanitario:
- No te explica el procedimiento que te van a realizar en el momento del parto o te infantilizan.
- Si te realizan algún procedimiento médico sin tu consentimiento o pese a tu oposición.
- Faltas de respeto, abusos o ataques a tu dignidad durante el parto.
- En el parto minimizaron tus emociones, se te descalificó, recibiste malos tratos y nadie se preocupó de tu salud mental.
En España este tipo de violencia no está reconocida. Sin embargo, sucede, y prueba de ello son las 3 condenas del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU por violencia obstétrica contra España.
Hay que combatir a la violencia de género todos los días y no solo el 25N. Como reivindica nuestro lema: cansadas de lazos y pocos pasos. #NoSomosMentira
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