España, 2039: la población del futuro será aún más vieja, estará más sola y las defunciones seguirán estando muy por encima de los nacimientos

El invierno demográfico que recorre Europa y el mundo occidental en general plantea muchos retos para la población del futuro. En líneas generales, afrontamos un envejecimiento cada vez más acusado, un crecimiento vegetativo marcado por una gran diferencia entre defunciones y nacimientos, y un aumento de los hogares formados por una sola persona. En muchas ocasiones, se da la doble casuística: más viejos y solos. Por ello, esos retos alcanzan muchos aspectos de la vida, de la sociedad y del mundo laboral.

Las proyecciones del INE para 2039 en España nos pintan un país aún más envejecido. De hecho, la población de más de 80 años crecerá casi un 50 % en estos 15 años. 1 de cada 3 hogares lo formará una sola persona y los nacimientos seguirán muy por debajo de las defunciones.

Más viejos y más solos

En 2024, España cuenta con algo menos de 3 millones de personas que han superado los 80 años. Esta cifra, en 15 años, se multiplicará prácticamente por la mitad. Los mayores de 80 años crecerán un 47,5 %, hasta los 4,35 millones.

En el caso de los centenarios, se triplicarán. Si ahora hay en España en torno a 17.000 personas que superan los 100 años de vida, el INE prevé que en 2039 sean más de 46.000.

Pero, además, jóvenes y mayores viviremos más solos. Hoy ya es algo habitual: hay 5,4 millones de hogares compuestos solo por una persona. Pero las proyecciones indican que, para entonces, serán nada menos que 7,7 millones.

La soledad, en muchos casos no deseada, unida al envejecimiento de esas personas que viven solas, es un reto de cuidados, tanto físicos como mentales.

Retos de la población del futuro: sanidad y cuidados

La soledad no deseada golpea cada vez más a jóvenes y mayores. Por lo tanto, si pensamos que esta población mayor se multiplicará en los próximos años, la soledad no deseada será igualmente un problema creciente.

¿Qué precisan personas mayores solas? En muchos casos, y debido a las mejoras en las condiciones de vida, no tienen por qué ser mayoritariamente dependientes. Pero el envejecimiento de la población genera sin duda una mayor presión sanitaria y asistencial. En edades avanzadas, aumentan las enfermedades crónicas y, por lo tanto, crecen las consultas médicas y el gasto en medicinas.

“La sanidad debe estar preparada para ello. La situación actual de nuestro sistema sanitario, deficitario en profesionales y con condiciones laborales especialmente precarias, debe corregirse desde ya. No podemos esperar a este aumento de la presión o el sistema corre el riesgo de colapsar. Es necesario dimensionar nuestro sistema de salud y acometer de una vez los procesos de estabilización; no en la teoría, sino de efectividad real. La sanidad no puede ser el sector con la temporalidad más alta: ni por los derechos de sus trabajadores ni por el servicio a la ciudadanía”, reivindica Lourdes Pedrazuela, secretaria de Políticas Sociales, Igualdad y Formación de USO.

Estas necesidades se extienden al sector de los cuidados. “Si la sanidad soporta altos índices de temporalidad, la situación de los sociosanitarios es aún peor. Hablamos de jornadas parciales, horas sueltas incluso, y funciones que nada tienen que ver con los cuidados profesionales, como ocurre en la Ayuda a Domicilio, que además los usuarios les solicitan hacer tareas domésticas. La ayuda a la dependencia, en un país que va a estar aún más envejecido y en el que buscamos que las personas no abandonen sus hogares y los núcleos menos poblados, será un pilar básico”, demanda Pedrazuela.

USO recuerda que el envejecimiento, además de retos, también aporta oportunidades. El empleo digno que debe generarse en sanidad y cuidados, pero también en ocio y otros servicios orientados a los mayores, crea dinamismo y riqueza.

Muchas trabas, menos hijos

La pirámide poblacional se engrosa por arriba, pero su base cada vez es más débil. A los cambios sociales con respecto al tamaño de las familias, se unen las múltiples trabas a la conciliación y la crianza. En 2015 se cruzaron ambas líneas, nacimientos y defunciones. Y, desde entonces, las defunciones han ido separándose cada vez más de los nacimientos, que tocaron fondo en 2023.

El INE proyecta una suave subida de los nacimientos hasta 2040, pero nunca compensando las muertes. Este tímido repunte se debe a la población joven inmigrante, que en primera y segunda generación aún conserva su acervo cultural.

“No es un problema de querer, es un problema de poder. La mentalidad de la sociedad ha ido cambiando y muchas personas optan voluntariamente por no tener hijos. El problema son aquellas que, queriendo, no se lo pueden permitir. Como si tener hijos fuese un artículo de lujo más. La apuesta por una economía eminentemente terciaria nos ha llevado a unos horarios completamente irracionales e incompatibles con la crianza de niños. Los salarios, incluso en familias con dos sueldos, se van mayoritariamente en vivienda y necesidades básicas. La red de escuelas de 0 a 3 gratuitas sigue siendo completamente deficitaria. Y así, un largo etcétera de inconvenientes para agrandar la familia”, denuncia USO.

No es de extrañar, por tanto, que la población del futuro nos hable de hogares con cada vez menos personas: de las 4 de media en 1970 a las 2,32 en 2039. Para entonces, 2 hijos serán una rareza y 3 o más, ciencia-ficción.

USO pide actuar para corregir estas tendencias. Además de una política migratoria garantista en derechos, es necesario actuar sobre los movimientos naturales. Invertir en sanidad y cuidados para el nutrido grupo de mayores generará empleo y calidad de vida para ellos y para la población trabajadora. Pero, además, ampliar el colchón de prestaciones a nacimiento y crianza favorecerá la llegada de niños y el relevo generacional.