El IPC en julio moderó la subida de precios hasta el 2,8 %, pero los alimentos y los suministros de la vivienda siguen creciendo por encima de este y de los salarios

Los precios de la alimentación y los suministros de la vivienda siguen creciendo por encima de un IPC que se moderó en julio (2,8 %) gracias a otras partidas de menor necesidad para el día a día.

Con respecto a las primeras, se destaca en la estadística la bajada de precios con respecto al año pasado, “pero ha sido a base de parches impositivos. Un alivio momentáneo para los bolsillos que valoramos, pero que no corrige el problema estructural. Las empresas españolas son récord de beneficios en un contexto inflacionista europeo, mientras las desigualdades en la población aumentan. Es decir, con la rebaja del IVA no se está yendo al fondo del problema y los precios básicos volverán a subir nada más que se termine la rebaja en la luz o en los productos de primera necesidad”, denuncia Joaquín Pérez, secretario general de USO.

Además, USO reclama que estos cambios fiscales “formen parten de una reforma estable y a largo plazo, que los tipos no cambien de un mes a otro. Por ejemplo, con el fin de la protección, se puede generar un efecto indeseado de acumulación en los últimos días y rebote mayor de los precios”.

Los salarios no se recuperan de la inflación

Mientras tanto, los salarios siguen rozando la inflación, sin recuperarse de décadas de poder adquisitivo. En julio, ha sido del 2,99 %, un poco más alta que el índice general, “pero por debajo de los principales gastos de una familia. La alimentación, al 3,1 %; y la vivienda, al 3,2 %”, analiza Pérez.

En el acumulado desde 2021, la subida de los alimentos sigue siendo la más alta de todas las partidas, con casi un 30 %, liderada de lejos por el aceite y luego, por la leche.

Además de una reforma fiscal estable para los principales bienes y servicios, USO reclama “una protección más efectiva de colectivos vulnerables; pero, sobre todo, de la infancia. La pobreza infantil ha crecido muy por encima de la general, y en gran parte se debe a la imposibilidad de que los hogares con niños puedan darles una dieta sana por el alto precio de nutrientes tan básicos como la fruta, la leche, la carne o el pescado. Esto provocará un aumento de enfermedades crónicas en la adolescencia y edad adulta, y un mayor gasto en sanidad que hoy puede corregirse”.