La obesidad infantil, según corrobora el estudio Aladino, se agrava entre los niños y adolescentes que viven en hogares con menos renta
Hoy, 16 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Alimentación y, desde USO, queremos poner el foco en la obesidad infantil agravada por las rentas bajas. La alimentación sana es un derecho de todos, y lo es más aún para la población más vulnerable, como son los niños.
La obesidad infantil es un problema creciente en la sociedad actual y, especialmente, en los hogares con menos ingresos. Así lo recoge el Estudio Aladino 2023, elaborado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y el más completo en este campo. Una nueva prueba de que la pobreza se ceba especialmente con los más débiles y que las ayudas, aunque existen, no son eficaces para luchar contra la pobreza infantil. De hecho, algunas son desconocidas por la mayoría de la población, o hay una gran brecha digital e informativa para acceder a ellas, como el complemento de ayuda a la infancia.
El informe se centra en la alimentación, actividad física, desarrollo infantil y obesidad. Sus resultados son más que preocupantes. De ellos extraemos que el 36,1% de los escolares entre 6 y 9 años padecen sobrepeso u obesidad. Pero, si desagregamos por niveles de renta, vemos que hay una diferencia abismal: la obesidad infantil entre las familias con menor renta (-18.000 euros anuales) es del 23,6 %, más que duplica a las que ingresan más de 30.000 euros: 10,9 %.
En su conjunto, el exceso de peso en estas edades se ha rebajado en un 4,5 % desde 2019. Una buena noticia que no llega a todo el mundo, ya que no se percibe en los estratos más pobres. De hecho, el 46,7 % de los niños y niñas que sufren sobrepeso en España son de familias que cuentan con unos ingresos inferiores a 18.000 euros.
En total, hay un 36,1 % de niños que está por encima de su peso. Con sobrepeso se considera el 20,2 % y con obesidad infantil, el 15,9 %. Solo un 2,7 % se sitúa en estado de delgadez y la mayoría de los niños, aunque no llegan a dos tercios (61,2 %), tienen el llamado normopeso, el peso que corresponde a su edad.
Más obesidad en niños que en niñas
Las muestras recogidas por AESAN para sacar estas estadísticas se han tomado de 12.678 escolares de entre 6 y 9 años. En ellas, se cuenta con pequeños de distintos factores socioeconómicos relativos al entorno escolar y familiar. El objetivo es saber donde destacan más el sobrepeso y la obesidad infantil, así como su evolución a lo largo del tiempo.
Los resultados arrojan que hay una mayor obesidad en los niños (17,3 %) que en las niñas, que se sitúan en el 14,3 %. Y, en cuanto a la obesidad severa, los niños duplican a las niñas, ya que la padecen un 4,8 % de ellos, frente a un 2,4 % de ellas.
Sin embargo, no se observan grandes diferencias si nos fijamos en el sobrepeso. Los escolares de ambos sexos se sitúan ligeramente por encima del 20%.
Otro dato que llama la atención es que, en los chicos, tanto el sobrepeso como la obesidad es superior a los 9 años; es decir, cuando llega a su punto más alto. Y, lo que es más peligroso, apenas la mitad, el 51,7 %, está en el peso ideal para su edad: un 44,6 % sufre sobrepeso u obesidad; y, en el otro extremo, un 3,6 % se sitúa en estado de delgadez.
En las chicas, solo la obesidad simple es mayor a los 9 años, mientras que el sobrepeso baja con respecto a las de 8 años.
La mala alimentación es el principal problema
Los hábitos alimenticios de los niños en España no son muy saludables. De hecho, solo el 45,3 % come fruta a diario. Si tenemos en cuenta las verduras, los datos son aún más alarmantes, ya que solo las consumen todos los días el 23,8 % de los menores.
Aquí es donde las desigualdades económicas generan más diferencias. En las rentas inferiores a 18.000 euros anuales, el porcentaje de escolares que tiene la fruta dentro de su dieta diaria es de un 36,4 %. La diferencia con los que se mueven en las rentas medias (18.000-30.000 euros) es de 4,5 puntos más: la consumen el 40,9 %. Y la distancia es sideral con las rentas superiores a 30.000 euros, donde el 53,6 % de los niños y niñas de esta edad toma fruta todos los días. Esto supone 17,2 puntos más que los escolares de rentas bajas.
En esos tramos más bajos, solo el 19,2 % de los niños come verdura a diario, una cifra similar en los ingresos medios (19,9 %). Pero sí existe una diferencia grande con las rentas altas, donde el 29,3% de los escolares consumen hortalizas todos los días. Es decir, algo más de 10 puntos por encima de los de menos ingresos.
Otro apartado a tener en cuenta es el desayuno. Es importante que esta comida sea sana y equilibrada para la energía de los más pequeños. Los niños que consumen algo más que una bebida es de una media de un 68,4 %. Sin embargo, existen grandes diferencias entre los de las rentas bajas, medias y altas. Se sitúan en 61 %, 66,3 % y un 78 %, respectivamente. Es decir, existe un importante desequilibrio de 17 puntos entre los de menos renta que los que más tienen.
Diferencias significantes en actividades físicas y el tiempo en las pantallas
En el estudio Aladino, también se hace mención a las bebidas azucaradas. Estas son peligrosas para la salud de los niños. E, igualmente, hay un gran desequilibrio entre los de rentas más bajas y los de las más altas. El 7,8 % de los escolares con menos de 18.000 euros consumen este tipo de refrescos más de 3 días a la semana. Por su parte, los de ingresos medios se sitúan en un 4,1 % y solo el 0,9 % de los de rentas altas lo hacen.
La actividad física es fundamental en estas edades de crecimiento. Por eso, el 77,5 % de los escolares hacen al menos una hora de ejercicio semanal, sin haber grandes diferencias entre unos niños y otros. Eso sí, hay una mayor proporción de niños (78,3 %) que de chicas: 76,7 %.
Además, el 81,8 % dedican al menos 2 horas semanales a actividades extraescolares. Aquí los ingresos vuelven a mostrar una gran diferencia. Los de menos renta son un 68,7 %, frente al 88,6 % con ingresos superiores a 30.000 euros. Es decir, casi 20 puntos de diferencia.
Otro dato revelador es el de los escolares expuestos a más de 2 horas diarias frente a una pantalla: 30 %. En los hogares con menos ingresos, el porcentaje casi se duplica al de los de mayor nivel adquisitivo. Es de un 41,4 % frente al 22,8 %.
Medidas para reducir la desigualdad
Desde USO, nos preocupa mucho la situación de la desigualdad existente entre los niños con menos ingresos frente a los de una renta mayor. Como ya hemos denunciado en otras ocasiones, las condiciones de vulnerabilidad que sufre mucha población infantil es producto de la fragilidad del empleo, la precariedad de los salarios y la ausencia de políticas sociales con enfoque de género y derechos humanos. Son factores que, sumados a la inflación que ha encarecido los bienes básicos, son el caldo de cultivo perfecto para aumentar las condiciones de riesgo y exclusión social.
El sobrepeso y la obesidad infantil son síntomas de un problema de desigualdad estructural. Y se agrava en algunas épocas, como el verano, por la falta de comedores escolares. Por eso, para combatirlo se requiere de medidas integrales y un trabajo conjunto que garanticen que todas las familias puedan acceder a una alimentación saludable y de calidad. Hay que fortalecer los derechos laborales, terminar con la parcialidad y la precariedad de los trabajos. De esta manera, se podrá garantizar un ingreso mínimo acorde al contexto español.
Recordamos que, hoy por hoy, acceder a una vivienda digna se lleva gran parte de los ingresos familiares. Y a ello se suman los suministros básicos. Al final, esto obliga a las familias a renunciar a una alimentación saludable para poder llegar a fin de mes.
El panorama es muy claro: o atendemos estos problemas de raíz o estamos condenando a muchas personas a una pobreza y vulnerabilidad perpetuas. Incluyendo a los menores. No existen soluciones milagrosas, sino respuestas contundentes. Se debe dar prioridad a los derechos de todas las personas, pero mucho más cuando hablamos de la etapa más vulnerable, la infancia.
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