USO ha participado en el seminario, celebrado en Bruselas, organizado conjuntamente por la Escuela Sindical de los Sindicatos (ETUI) y la propia Confederación Europea de Sindicatos (CES), bajo el título “Europe at a crossroads. Which way to quality jobs and prosperity?”, con el objetivo de analizar la situación económica de la zona euro poniendo el énfasis en una mejor comprensión de los diagnósticos de la crisis por parte sindical y una mejora argumental del plan sindical europeo de reactivación económica.
Las discusiones han sido muy prolíficas y han girado sobre los diagnósticos de la situación económica, la disparidad de las economías antes y después de la crisis, las respuestas procedentes de la Unión Europea y otros organismos internacionales que defienden la austeridad y la reducción del peso de los estados en la economía como vía para consolidar las cuentas públicas, la flexibilidad del mercado laboral (3.567 reformas laborales entre todos los países europeos desde 1.990, según datos de la propia Comisión Europea) y la promesa de que habrá crecimiento y trabajos de calidad.
Se han destacado los niveles de desempleo, precariedad y los altos y nunca hasta ahora superados de desigualdad. No solo en términos de disparidad de renta, sino en un clasismo social en esferas de salud pública, educación, etc.
Los ponentes y los participantes han coincidido en que la austeridad no es el camino si no va acompañada de otras medidas de reactivación, por la apuesta por la educación y la democratización industrial. Todos han coincidido en que el dialogo social está herido en Europa; por lo menos allí donde la crisis se ha manifestado más agudamente y que no hay confianza en un dialogo social que no incluya unas medidas diferentes a la pérdida salarial.
También ha sido motivo de discusión el potencial dumping social y fiscal que supondria al actual planteamiento del Tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Union Europea, en la pregunta que hizo el representante de USO ante el representante de BusinessEurope, Markus J. Beyrer. Éste defendió la innovación y la asunción de riesgos que toda tecnología nueva tiene, tras una evaluación técnica, y mencionó explícitamente al gas de esquisto, y el posible acuerdo comercial por las posibles creaciones de empleo que supone un mayor comercio.
Sobre el hecho de que Estados Unidos no tenga ratificados las principales Convenciones de Trabajo de la OIT, como el de libertad sindical, y que eso supone una ‘competencia desleal’, en palabras de Santiago Gonzalez de USO, consideró que el querría que Estados Unidos ratificara dichas convenciones pero que ‘no se puede chantajear a Estados Unidos obligandoles a ratificar las normas de la OIT’ y que la patronal europea ‘había manifestado a los sindicatos europeos su predisposición a una “sostenibilidad” y a que haya un capitulo social en el Tratado’.
Bernadette Ségol replicó señalando que los sindicatos no están en contra del comercio y sí a favor de reglas e insistió en el problema de la desigualdad y los salarios dignos. Beyrer sostuvo que los salarios, incluyendo el salario mínimo debe responder a las cuotas de productividad y consideró inviable, tal como se encuentran las negociaciones con Estados Unidos, tratar de implantar un período de demora o un calendario de ratificación de acuerdos por parte de Estados Unidos ya sea en los planos normativos laborales o medioambientales (disminución de CO2, por ejemplo). En el ámbito de la fiscalidad, Beyrer no cree en la sostenibilidad del modelo social europeo, ni lo defiende.
El seminario ha contado con la presencia de ponentes destacados, como Bernadette Ségol, secretaria general de la CES, y diferentes miembros de la dirección como Patrick Itschert, Luca Visentini, Jozef Niemiec, Veronica Nilsson y Claudia Menne. Han participado múltiples ponentes de ETUI y otros institutos de investigación social y diversos europarlamentarios de diversas formaciones (SPD, ALDE, PP y GUE).
Cabe destacar la exposición de Martin Schulz, socialdemócrata y presidente del Parlamento Europeo, que criticó la desigualdad, no solo por su aberración moral, sino también por lo que supone de lastre económico para el crecimiento y origen de la crisis; y la evasión, fraude y elusión fiscal en Europa y, específicamente, de las multinacionales y la escasa preocupación por estos dos temas en la agenda de las autoridades europeas e internacionales.
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