Hoy miramos hacia una España fabril que salía reforzada económicamente de una I Guerra Mundial devastadora para el continente europeo. En sus boyantes centros industriales, veía bullir el movimiento obrero, que estallaba al tomar conciencia de unas reivindicaciones de justicia laboral que poco a poco se conquistaban a base de lucha. Miramos a 1919, al 1 de octubre, y al centenario de una conquista sociolaboral histórica que hoy vuelve a estar en entredicho: la jornada de 8 horas (y, por entonces, seis días semanales). España fue pionera en adoptar esa medida en el Viejo Continente, fruto de la gran huelga que durante el mes de abril paralizó la central eléctrica barcelonesa conocida como “La Canadiense”.
“Resulta preocupante que, un siglo después, estemos perdiendo este derecho en lugar de avanzar hacia nuevas mejoras. Ahora, vuelve a ser un privilegio descansar los domingos, mucho más el fin de semana completo; la desregulación total de los horarios en los sectores de servicios está llegando a su máxima expresión en esta década, y la aparición de la economía de plataforma ha terminado por dinamitar el equilibrio en las relaciones laborales entre empresa y trabajador, al desaparecer físicamente el concepto de centro de trabajo”, denuncia Joaquín Pérez, secretario general de USO. “Llegamos tarde para legislar esta nueva economía, y voy a ir más allá: no es que lleguemos tarde, es que ni siquiera nos estamos moviendo, la paralización total de la capacidad legislativa en España está dejando un inmenso campo abierto para que se normalicen estas agresiones a los derechos laborales”, continúa Pérez.
La flexibilidad horaria, que en su cara A permite una mayor conciliación con la vida personal al ofrecer la posibilidad de acceder al teletrabajo, “tiene una cara B, que por desgracia es la que se está mostrando, que no es una flexibilidad recíproca, sino una disposición permanente para trabajar. Esta liberalización absoluta del horario de trabajo se ha alimentado del caldo de cultivo de la crisis, donde un trabajador ha tenido que anteponer luchar por tener un trabajo a luchar por que ese trabajo le ofrezca unas condiciones dignas”, mantiene el secretario general de USO.
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