En el Día Internacional de la Prevención del Suicidio, USO reclama destinar más fondos para el tratamiento de los problemas de salud mental. La crisis económica y social que atravesamos por la pandemia han hecho aumentar los suicidios
Hoy se conmemora el Día Internacional de la Prevención del Suicidio. El número de suicidios se ha visto incrementado en la actualidad como consecuencia de la crisis económica y social que ha traído consigo la pandemia.
La precariedad laboral, las situaciones de tensión y coacción, al igual que el incremento de la conflictividad, se manifiesta en trastornos, dolencias y daños psíquicos que trastocan la salud mental. La inestabilidad en el empleo, los ERTE, los cambios organizativos o el temor a perder el empleo son el origen de la aparición los riesgos psicosociales y de las patologías asociadas.
El suicidio se puede producir por la descompensación de factores de riesgo laboral, por una enfermedad mental previa o por factores relacionados con el ámbito personal.
En el ámbito profesional, el empresario debe de realizar la obligada evaluación de los riesgos psicosociales para establecer medidas preventivas. Una de las medidas más eficaces es la formación, en la que se debe facilitar herramientas para que las personas pueden autorregularse ante la presión por entrega de trabajos, la indefinición de roles o la doble presencia.
Dotación presupuestaria para una atención adecuada de la salud mental
En el Día Internacional de Prevención del Suicidio, desde USO reclamamos que se destinen los fondos suficientes para poder ofrecer una atención adecuada e integral a todas aquellas personas que desarrollan problemas de salud mental. Una atención personalizada, atendiendo a las necesidades de cada paciente, desde una perspectiva integral, contribuirá a poner freno al suicidio.
El suicidio no es culpa de nadie, pero es responsabilidad de todos. Por eso es urgente y necesario:
- La creación de un Plan Nacional del Suicidio. Abordar el suicido como un asunto de Estado y que incluya tanto la prevención como las actuaciones de choque (sensibilización; recursos materiales y humanos; formación de los profesionales).
- La creación de un teléfono especializado para atender a las víctimas a nivel nacional: las ideaciones suicidas o los intentos de suicidio no son llamadas de atención, son llamadas de auxilio.
- Mayor ratio de psicólogos en la sanidad pública.
También, en el ámbito de los centros de trabajo, recordamos a nuestros delegados que si detectan personas que sufren cuadros de depresión; cambios de humor; conductas autodestructivas o que estén pasando por una pérdida personal, lo notifiquen, a la mayor brevedad posible, al responsable preventivo de la empresa. Solo de esta manera se le podrá ofrecer atención especializada, establecer canales de comunicación que potencien el apoyo social y, de esta forma, conseguir evitar la estigmatización de estas personas.
Jóvenes y suicidio
Como ya alertamos en el reciente informe para el Día Internacional de la Juventud, el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes españoles, incluso por delante de los accidentes de tráfico. El suicidio es más común de lo que nos gustaría y, desgraciadamente, imaginamos.
Los datos reflejan un drama humano que necesita de una respuesta social urgente:
- En 2019 se registraron 3.671 suicidios (2.771 hombres y 900 mujeres), un 3,7% más que el año anterior. 309 fueron de personas entre 15 y 29 años. Hay que tener en cuenta que esta cifra no refleja toda la realidad: se producen muchos más suicidios que se registran como otro tipo de muerte.
- El Colegio Oficial de la Psicología de Madrid ha alertado de que los intentos de suicidio entre la población más joven han aumentado un 250% a raíz de la pandemia.
Está demostrado que durante la pandemia se han agravado los problemas psíquicos entre los jóvenes. Según la Asociación Española de Pediatría (AEP) se han duplicado el número de urgencias psiquiátricas: trastornos de ansiedad, depresión, problemas de conducta alimentaria e incluso las autolesiones e intentos de suicidios entre adolescentes.
Pero estos datos, provenientes de fuentes oficiales, suponen tan solo una parte de toda la realidad. No todos los suicidios se registran como tal y las personas que han intentado quitarse la vida y no lo han conseguido no constan en ninguna parte. La OMS califica el suicidio como “un problema de salud pública grave” y que afecta especialmente a los más jóvenes a nivel mundial. La Confederación Salud Mental España definen el suicidio como el mayor problema de salud pública en Europa.
A pesar de las estadísticas, las advertencias, y el sufrimiento de quien lo padece, el suicidio es un problema que apenas ha recibido cobertura informativa. Esta invisibilización se debe, en gran medida, al estigma que aún recae sobre el suicidio. Por ello es necesario dejar de hablar de números y ponerles cara a estas personas, así como preguntarnos por qué sucede, qué está pasando.
Algunos consejos que ofrece la Fundación ANAR para prevenir el suicidio de adolescentes son:
- Si descubrimos que un adolescente de nuestro entorno tiene o ha tenido una ideación suicida, darle importancia.
- Validar sus emociones.
- Evitar momentos de tensión, especialmente en el ámbito familiar.
- Fomentar la comunicación entre padres e hijos para identificar las causas que han llevado al adolescente a pensar en quitarse la vida.
- Compartir con ellos nuestros problemas y hacerles saber que los problemas son cosas temporales y que los sufrimos todos.
- Intentar que los adolescentes reduzcan el tiempo que pasan en redes sociales, sin prohibírselo directamente.
- Si se encuentran aislados, animarlos a que practiquen actividades saludables en grupo.
- Intentar que el adolescente/joven esté acompañado el mayor tiempo posible.
- Buscar ayuda profesional: psicólogos, pero también teléfonos de ayuda urgente como el “Teléfono de la esperanza”. Está disponible de forma gratuita las 24 horas, los 365 días del año (968 343400).
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