Desde el Gabinete de Seguridad y Salud de USO, conmemoramos el Día Mundial contra el Cáncer apostando por fortalecer las acciones dirigidas a reducir el impacto del cáncer mediante la reducción de los factores de riesgo, impulsando la detección temprana del cáncer y la mejora en el acceso al diagnóstico, tratamiento adecuado y cuidados paliativos.
Según la Organización Mundial de la Salud, al menos un tercio de todos los casos de cáncer pueden prevenirse. Reducir la exposición a factores de riesgo como el tabaco; la falta de actividad física; hábitos alimentarios inadecuados, obesidad y sobrepeso; el consumo de alcohol; la contaminación ambiental; carcinógenos ocupacionales o radiaciones, es un primer e importante paso. La prevención constituye la estrategia a largo plazo más eficaz para el control del cáncer.
Como sindicato, en este día debemos centrarnos en el cáncer profesional, causado por la exposición a cancerígenos en el trabajo y cuya aparición se produce de forma tardía después de la exposición. Este período de tiempo se llama “período de latencia”.
El riesgo a la exposición a los agentes cancerígenos se suele dar en aquellas personas que desempeñan tareas de producción, mantenimiento y reparación en la industria; en trabajadores de la construcción, así como personal de limpieza y gestión de residuos.
Una característica fundamental de esta exposición es la vía de entrada al organismo por la que tiene lugar. La evaluación de riesgos considerará que la exposición a agentes cancerígenos o mutágenos durante el trabajo puede producirse, tanto en condiciones normales como de forma accidental, por estas vías:
- Por inhalación.
- Por absorción a través de la piel.
- Por contacto con la piel.
- Por ingestión.
La vía de exposición más habitual y más significativa es la inhalatoria, y sus consecuencias son las más directas. Es menos habitual la exposición por ingestión dado que se da por un accidente o inadecuados hábitos personales.
La Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC) reconoce 433 agentes cancerígenos, de los que aproximadamente la mitad están presentes en entornos laborales. Entre ellos figuran el amianto, la sílice y el polvo de madera dura, los metales, los compuestos de arsénico, el cadmio y el níquel, el benceno, los alquitranes y los aceites minerales, el cloruro de vinilo (monómero), aminas aromáticas como la bencidina y la naftilamina y los plaguicidas, entre otros.
Otros cánceres como puede ser los de piel, siendo de los más frecuentes, no son reconocidos como enfermedad profesional, aunque miles de trabajadores del campo y de la construcción estén expuestos a la luz solar, el agente responsable de la mayoría de este tipo de cánceres.
La exposición de las personas trabajadoras a cancerígenos y otras sustancias tóxicas, como los disruptores endocrinos, no solo les afecta a ellos, puede afectar a sus hijos, lo que seguramente contribuye al incremento del cáncer infantil en España, lo que debería ser motivo de alarma para las autoridades sanitarias.
El RD 665/1997 sobre la protección de los trabajadores frente a agentes cancerígenos, una vez realizada la identificación y evaluación de riesgos, establece la obligación por parte del empresario de adoptar las siguientes medidas preventivas e higiénicas en el siguiente orden:
- Sustitución siempre que sea técnicamente posible.
- Uso en sistema cerrado (en caso de que no sea posible su sustitución).
- Reducción de la exposición mediante limitación de cantidades del agente en el lugar de trabajo; rediseño de los procesos de trabajo; limitación del número de trabajadores expuestos; extracción localizada; limpieza adecuada de locales; delimitación de zonas de riesgo; etiquetado de envases y conducciones que contienen agentes cancerígenos; dispositivos de detección y alerta de exposición; medios que permiten la manipulación y transporte; recipientes herméticos y almacenamiento diferenciado, protegido y de acceso limitado, o programa de gestión de residuos con cancerígenos.
Según estimaciones de la OIT basadas en datos de 2010 y 2011, se producen 2,3 millones de fallecimientos anuales en el mundo atribuibles a la actividad laboral, de los cuales, el 29% (666.000) son debidos a cánceres ocupacionales. El cáncer es ya la principal causa de muerte “por las condiciones de trabajo” en Europa.
En España, por otro lado, los cánceres de origen laboral son invisibles tal y como demuestran los datos obtenidos de la última estadística publicada por el Ministerio de Inclusión y Seguridad Social e Inmigración. De los 41 partes comunicados a lo largo de 2019, únicamente se han declarado 26 enfermedades profesionales causadas por agentes cancerígenos; de ellas, 13 son causadas por amianto, hay, por tanto, una clara infradeclaración de las mismas, lo que ocasiona un grave perjuicio no sólo para la persona trabajadora afectada y sus familias, sino para la sociedad en su conjunto.
Desde USO defendemos que se debe solicitar una determinación de contingencia al INSS ante la más mínima duda del origen de la enfermedad padecida. Con la inclusión del polvo de sílice como agente cancerígeno en el listado de enfermedades profesionales se deberían de haber cerrado más partes por este agente. De los 302 partes comunicados provocados por el agente polvo de sílice libre, sólo 3 han sido cerrados.
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