El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. En 2021, la OMS reclama hacer realidad la atención de la salud mental para todos
La pandemia ha tenido un gran impacto en la salud mental de las personas a nivel mundial. Por ello, en el Día Mundial de la Salud Mental, USO se suma a la campaña de la OMS para reclamar sistemas de atención para todos.
Desde la aparición del covid-19 en nuestras vidas, trabajadores de la salud y aquellos que han estado en primera línea, además de estar expuestos a un mayor riesgo de infección, han podido sufrir problemas de salud mental, por miedo y ansiedad. Realizar trabajos esenciales desencadenó en actitudes estigmatizantes y algunas personas sufrieron acoso y rechazo. En el caso de las personas en primera línea de respuesta sanitaria, la situación fue aún más difícil. Estas situaciones pudieron dar lugar a diferentes problemas de salud mental como síndrome de desgaste profesional; burnout; depresión; ansiedad; trastorno de estrés postraumático y, en último término, el suicidio.
Lo mismo han experimentado otros colectivos como jóvenes, estudiantes, personas que viven solas o con problemas de salud mental preexistentes, a quienes el confinamiento y las restricciones han afectado significativamente.
Cuidar la salud mental también es una prioridad
La salud mental es un componente integral y esencial de la salud. Lamentablemente, la pandemia ha tenido un efecto negativo en ella. Por ese motivo, el cuidado de la salud mental de los trabajadores centró nuestra campaña del Día Internacional de la Salud y Seguridad en el Trabajo.
Con el lema “Nuestra prioridad, tu salud mental”, desde USO denunciamos que los problemas de salud mental se multiplicaron durante la pandemia y que no se habían tenido en cuenta en la prevención de riesgos laborales. Desde USO seguimos reclamando una correcta gestión de los riesgos psicosociales, incluyendo patologías derivadas de estos en el listado de enfermedades profesionales, y una regulación que reconozca estas contingencias en la salud de las personas trabajadoras.
Fomentar el bienestar físico y mental de las plantillas
En España, el 89% de las empresas expresa contar con alguna iniciativa en curso para fomentar el bienestar físico y mental de sus plantillas, según el informe “2021 Global Wellbeing Surve”. Este estudio, elaborado por Aon en colaboración con IPSOS y en el que han participado 1.648 entidades de 41 países, también deja constancia de que, a pesar de las buenas intenciones, todavía existen barreras importantes para definir mejor estos planes de acción.
Entre los encuestados españoles, el 58% reconoce tener otras prioridades; el 48% admite que no saben cómo incluir el bienestar laboral en su estrategia, y el 28% le echa la culpa a la falta de presupuesto.
La encuesta también revela que las organizaciones que mejoran el bienestar de sus trabajadores en un 4%, reflejan un aumento del 1% en sus resultados netos y una disminución del 1% en la rotación voluntaria de personal. El estrés (67%), el agotamiento (46%) y la ansiedad (37%) son los principales riesgos que afectan a la salud de las personas y a los resultados de la empresa.
Problemas de salud mental y tasa de ocupación
Las personas con problemas de salud mental tienen unas tasas de ocupación mucho más bajas que las personas con discapacidades físicas. El estigma, la discriminación y la falta de experiencia profesional lo impiden. Un número importante de estudios han indicado la reticencia de las empresas a contratar personas con problemas de salud mental.
Un estudio transversal a 732 personas con esquizofrenia diagnosticada de 27 países diferentes reveló que el 70% eran parados, y casi la mitad experimentó discriminación en la búsqueda o mantenimiento de un trabajo. Debido a la falta de acceso a la ocupación y otras oportunidades para generar ingresos, las personas con problemas de salud mental están en mayor riesgo de caer en la pobreza.
¿Cómo nos afectan las reestructuraciones?
Los efectos económicos de la pandemia están reflejándose en reestructuraciones y cambios organizacionales en las empresas. Estas pueden manifestarse en forma de cierres, reducciones importantes de plantilla, externalización de la actividad, fusiones, absorciones, movilidad interna, etc.
Estas reestructuraciones pueden originar un impacto importante en la salud mental de los trabajadores, como depresión y ansiedad, e incluso pueden llegar a generar manifestaciones físicas. Por ello, mantener y promover la salud debe ser uno de los objetivos centrales de todos los actores de un proceso de reestructuración.
Existe una alta probabilidad de que las personas con estrés laboral y otros trastornos de tipo mental puedan somatizar estos problemas, por lo que a menudo presentan otros síntomas fisiológicos como problemas cardiovasculares, gastrointestinales o inmunológicos, entre otros. Además, hay un alto riesgo de que estas personas adopten conductas de afrontamiento no saludables, tales como el abuso de alcohol y drogas o trastornos alimenticios, sin olvidar que el estrés se asocia a una mayor probabilidad de sufrir accidentes.
Las perspectivas de las que no son despedidas también son problemáticas, hasta el punto de que se habla del síndrome del superviviente. Hay crecientes evidencias de que tienden a sentirse culpables y a experimentar una inseguridad por el empleo continuada.
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