En el Día Mundial de los Abuelos, USO destaca el papel encomiable que han realizado y siguen realizando en esta crisis, y que hace que estemos en deuda con ellos
El 26 de julio se conmemora el Día Internacional de los Abuelos y las Abuelas. Una vez más, durante esta crisis, su papel ha sido encomiable. En muchos casos, los abuelos han ayudado económicamente a sus hijos y nietos, tras la pérdida de puestos de trabajo, de poder adquisitivo o el retraso en el cobro de las prestaciones de desempleo o por los ERTE. Pero también muchos se han hecho cargo de los nietos cuando los padres debían ir a trabajar, aun sabiendo el riesgo que ello conllevaba.
En este Día de los Abuelos debemos tener muy presente que estos son un gran patrimonio y bien común que la sociedad tiene y del que no siempre es consciente, reconoce y valora en sus justos términos. Los abuelos casi siempre “están ahí “, con sus consejos, sus experiencias, con sus ahorros y, sobre todo, con su pensión por si hubiera que echar un cable. No hay nada más valioso que escuchar las andanzas de nuestros abuelos, pues estas son auténticas lecciones de vida.
La conversación entre generaciones es importantísima, como resalta Marino de la Rocha, presidente de AJUPE-USO, la Asociación de Jubilados y Pensionistas del sindicato. “Aprender de los abuelos, de su experiencia y sabiduría acumulada, puede transformar el mundo en más humano y habitable. También los abuelos y las abuelas pueden aprender de los más jóvenes y comprobar cómo algunas de las cosas que ellos en su día creyeron de una forma, pueden ser vistas desde otra perspectiva”, destaca De la Rocha.
En deuda con nuestros abuelos
La sociedad tiene una deuda con los abuelos, y con las personas mayores en general. Les debemos la vida que tenemos y disfrutamos. Ellos y ellas pelearon, arriesgaron y lucharon por sobrevivir y construir un mundo mejor del que tenían. Y, ciertamente, el mundo en que ahora vivimos es mucho mejor que cuando ellos nacieron. Debemos ser críticos con lo acontecido, para mejorar, pero siempre con cautela y sin menospreciar el esfuerzo y lo que pasaron nuestros mayores.
Es importante que, tras una vida de trabajo, hoy estemos a su lado y les prestemos ayuda, comprensión y sobre todo cariño. Porque por muchas experiencias y obstáculos vencidos, también tienen corazón, no son de piedra, por muy curtidos y arrugados que estén.
Aunque sean mayores es necesario que se les trate con dignidad, que en la última etapa de su vida no les hagamos percibir que son un estorbo o gasto social. Por ello es necesario seguir invirtiendo en políticas de envejecimiento activo; en pensiones dignas, suficientes y adecuadas; en residencias públicas -a las que puedan acceder todas las familias- bien equipadas y, sobre todo, con un buen trato profesional y más humano.
Durante este año de pandemia ha quedado patente la necesidad de reforzar un sistema sanitario muy debilitado desde los recortes sociales de 2008. Los altos costes o listas de espera de las residencias; el cierre de centros de salud; la falta de profesionales o la saturación en la atención primaria, afectan especialmente a nuestros abuelos. Más a los que menos tienen. Tenemos que cuidar la sanidad y evitar que los profesionales sanitarios no pierdan la vocación y la ilusión de su profesión.
También necesitan poder envejecer en un entorno familiar y vecinal si así lo desean con los cuidados necesarios para ese envejecimiento digno como derecho humano y de ciudadanía.
Conciliación y pobreza
Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, uno de cada cuatro abuelos dedica unas 6-7 horas diarias a cuidar de sus nietos. Esto es algo que reconocer a nuestros abuelos pero también hay que reivindicar el derecho de las personas mayores al descanso y a una vida activa, no solo dedicada a los cuidados -que muchas veces recaen en las abuelas-.
Otro dato impactante es el alto número de hogares en situación de pobreza en los que conviven abuelos, padres y nietos: 688.058 en España según Save the Children, que ha realizado un informe a partir de datos del INE. Las familias conviven principalmente por el bajo nivel de ingresos de la familia -menos de 700 euros de media al mes- y se trata del segundo tipo de familias que mayor riesgo de pobreza tiene, después de las monoparentales.
Aunque los abuelos sean una pieza fundamental para la conciliación familiar y el bienestar económico, porque cuidan y transmiten todo lo que tienen a hijos y nietos, también estos necesitan descansar. Por ello es también imprescindible profesionalizar los cuidados y hacerlos accesibles a todo el mundo. Su colaboración es vital, pero hemos de pensar también en ellos y en sus necesidades. También en las personas mayores que no tienen hijos o nietos, o que aun teniéndolos, se enfrentan a problemas como la soledad extrema.
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