Los contratos fijos discontinuos han crecido en 2022 un 1.478,05 %, que se suman a un 277,09 % de los indefinidos con jornada parcial
Los fijos discontinuos han sido los protagonistas laborales del 2022 que ha terminado. El año se ha despedido con una bajada del paro de 268.252 personas con respecto a 2021 y de 43.727 personas en diciembre. Es el mes de diciembre en el que menos ha bajado el paro desde 2012, el año negro del empleo.
Si España fuera un país en el que un trabajo equivaliera a un salario digno y continuado, podríamos estar celebrando que hemos vuelto a los niveles de desempleo previos a la crisis financiera. Pero el paro cierra el año igual que la programación de Nochevieja: con “cachitos” de jornada, “cachitos” de contrato…
“El fijo discontinuo ha sido la estrella de la semirreforma laboral. Una forma de llamar indefinido a alguien que trabaja por semanas sueltas pero que, a efectos estadísticos, está contratado. Un contrato que tenía una utilidad, que sí había que potenciar para garantizar la continuidad en empleos estacionales, pero que se ha convertido en el sustituto de obra y servicio. Su empleo se ha multiplicado por 15 desde antes de la reforma, con un aumento del 1.478,05 %”, lamenta Joaquín Pérez, secretario general de USO.
En realidad, “tras la reforma que pretendió que el contrato indefinido fuera el contrato de referencia, el que menos aumento ha registrado es el indefinido a jornada completa. En este primer año de lo que llamamos no-reforma laboral, además del fijo discontinuo, el que más ha subido es el de jornada parcial, 277,09%, mientras las completas se quedan en 153,13 %”, resume Pérez.
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Otro dato que llama la atención de este cierre de año es que se ha retrocedido en brecha de género. 2022 ha terminado con un 59,56 % de paradas, casi un punto más que antes de la reforma (58,72 % el diciembre pasado) y un punto y medio por encima de la cifra de 2019: 58,01 %.
“Y no solo se trata de cantidad, sino de calidad. De sobra sabemos que, además de haber más paradas, también son las destinatarias de una amplia mayoría de esos contratos a jornada parcial”, añade el secretario general de USO.
El dirigente sindical apunta al fondo, “a que esos cambios de nombre de contratos se correspondan con un sistema productivo que propicie empleo estable y de calidad; que se establezca un sistema que demuestre que el contrato fijo discontinuo se asocia a una tarea estacional; y, por último, que además de bajar las cifras de parados registrados suban los salarios. El SMI no se puede postergar más, por mucho que después se pague con efectos retroactivos. La cesta de la compra y los recibos no esperan, y la inflación, aunque se ha moderado, sigue en cifras escandalosas para las familias”.
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