La inflación ha roto su tendencia tras el aviso de mayo y ha vuelto a reducirse a la mitad: “del 1,5% pasó al 0,8%, y junio ha cerrado en el 0,4%. No cabe duda de que hablamos de un alivio para los hogares, pero nos preocupa haber entrado en un nuevo período de hibernación económica”, avisa Sara García, secretaria de Acción Sindical y Salud Laboral de USO.
García argumenta su explicación en que “no es bueno una inflación cero, que los precios no suban. Es cierto que, en un país que ha demostrado no tener mecanismos de protección para proteger a las familias de los ataques del mercado, la única forma de garantizar que no hay pérdida de poder adquisitivo es que, o bien suban los salarios, o que no suban los precios. Sin embargo, una economía plana acabará por repercutir en el empleo, y son muchas las estadísticas que están avisando de que estamos estancados, paralizados, y el bloqueo político no ayuda”.
“El IPC es el índice que utilizamos en la negociación colectiva para revalorizar los convenios. Si esta negociación funcionase y no hubiera sufrido los bombardeos de las reformas laborales, la corrección de la inflación en los salarios sería automática y se trataría de un síntoma de buena salud para la economía. El problema es que tememos las subidas del IPC porque han sido porcentajes que los sueldos no han recuperado en esta década”, continúa Sara García.
La mejor noticia es “la contención de precios de productos de uso diario, como la energía o los combustibles, que revierten en el transporte. Estaban en valores insostenibles que no se correspondían con la vida diaria de los españoles, pero pedimos que esos precios de la energía se mantengan durante las olas de calor y en invierno, cuando más necesarios resultan”, concluye la secretaria de Acción Sindical y Salud Laboral de USO.
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