La necesidad de que ambos progenitores trabajen fuera del hogar, y que las vacaciones escolares superen de largo las vacaciones laborales, generan durante períodos como este un problema familiar al cual pocas empresas ponen facilidades mediante medidas flexibles de conciliación. Hemos preguntado a algunos de nuestros delegados cómo se organizan en estas vacaciones, y aquí tenemos varios ejemplos:
Sergio, dos niños no tan niños
Sergio García es delegado de la Federación de Servicios de USO-Madrid. Su pareja y él trabajan, y tienen una niña de 14 años y un niño de 10: “antes era peor, porque no se podían quedar solos bajo ningún concepto. Ahora, al menos, podemos faltar un rato si se nos montan los turnos o tenemos que atender alguna obligación, porque la mayor ya cuida del pequeño. Antes era más difícil. Mi mujer tuvo que sacrificar su trabajo, tenía menos estabilidad y menos flexibilidad, así que la decisión familiar fue conservar mi trabajo, que era el mejor de los dos”, lamenta. “Mi empresa es bastante conciliadora, y si tengo que acabar faltando algún día para acabar de cuadrar todas las vacaciones escolares, tengo la posibilidad de devolverlo un sábado o restarlo a las vacaciones, y compatibilizar con los días que ella está en casa”.
Cuando los críos eran más pequeños, “el cuidado debía ser constante, pero por suerte teníamos a los abuelos, que, como son como son, admiten esa carga, pero tampoco queríamos abusar. Además, contamos con la suerte de tener familia cerca, pero solo la mía, ya que la de mi mujer no es de Madrid, como le ocurre a otras parejas en ambos casos”.
Sergio se queja de que “las vacaciones y descansos escolares no son racionales, no coinciden con los 30 días laborables y, además, se hacen festivos escolares días en los que para los padres no es posible descansar, con lo que el problema no solo se da durante las vacaciones”.
Raquel Hernández, sin red familiar, pero con flexibilidad
Raquel trabaja en el servicio Orienta-USO de Illes Balears y reconoce que “mi caso es doblemente especial; en primer lugar, porque tengo flexibilidad de horario y de devolver el tiempo que debo faltar; y, segundo, porque mi marido es profesor de universidad y tiene las mismas vacaciones escolares que los peques”. De hecho, reconoce que “las vacaciones escolares no son nuestro mayor problema, pero por la profesión de mi marido. Tengo más dificultades durante el año, en especial porque la niña ha estado durante un tiempo aquejada de un síndrome febril y debía faltar a menudo para llevarla al médico”.
Madre de dos niños en edad escolar, ha tenido no obstante que “reducirme la jornada a un 70%. Una cosa es que pueda devolver horas que falto por algunas mañanas y otra, que cuándo las devuelvo si ya estoy con una jornada completa. Tengo suerte de dónde trabajo, porque a esas facilidades se suma el que incluso, si alguno está enfermo y ya no tengo margen para faltar, me los puedo traer al trabajo unas horas y dejarlos dibujando, o hacer teletrabajo, pero es una opción con la que no cuentan la mayor parte de los padres”.
En el caso de esta pareja, “no tenemos apoyo familiar, yo no soy de Mallorca y mis suegros son mayores como para hacerse cargo. Como no nos gusta dejarlos con terceras personas, nos hemos arreglado así. Pero sí, yo he tenido que paralizar este tiempo mi trayectoria profesional, no puedo optar a ascensos que supongan más responsabilidad y reuniones o viajes. Pero sí que la mayoría de las empresas, las que no lo hacen, deberían facilitar los malabarismos, porque cuidar a tus hijos es una cuestión de derechos”.
Mamadou, con la prima fija discontinua
A nuestro compañero de la Federación de Industria de USO-Illes Balears este año las Navidades le han venido con regalo: “tengo dos hijos en edad escolar, de 2 y 13 años, y una jornada completa. Por mucho equilibrio que hiciera, tengo que trabajar. Y este año he tenido la suerte de que una prima, que es fija discontinua, se ofreció a quedarse con ellos porque no tiene trabajo en estas semanas”.
La otra opción, “no me la puedo permitir. Hay colegios que mantienen el horario escolar durante las vacaciones con actividades, como un servicio de guardería, pero la mayoría de las familias no podemos asumirlo. Deberían existir ayudas a las familias para que pudieran dejarlos en los colegios o algún tipo de centro público por un precio simbólico”, pide Mamadou.
La difícil conciliación
Las vacaciones escolares ponen de manifiesto la dificultad para conciliar el cuidado de los pequeños con cumplir en el trabajo: “estamos en una época de gran movilidad, donde ya no es tan común tener a tu familia cerca, o los abuelos aún están también en edad laboral. Las familias no pueden permitirse que trabaje solo uno de los dos, pero también debe estar al menos uno en casa más tiempo del que permite un trabajo normal. Como vemos en casos prácticos, siguen siendo las mujeres las que renuncian a parte de su trabajo porque suelen acceder a puestos más precarios y es normal que se vele por el bienestar familiar con el mejor empleo, pero eso repercutirá en seguir accediendo a puestos más precarios al finalizar la infancia de los hijos por ese parón”, lamenta Dulce María Moreno, secretaria de Formación Sindical e Igualdad de USO.
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