Hasta el 6 de agosto, 38 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas este año. La última de la que se tiene constancia, una mujer de 21 años, que tenía un niño y existían denuncias previas por violencia de género, repetida estadística que nos da más de una mujer asesinada por semana, y que iguala la cifra del año pasado en la misma fecha.
Andalucía es la comunidad con mayor número de víctimas, con 8 mujeres asesinadas –la siguen Canarias y la Comunidad Valenciana, con 6 mujeres asesinadas; Cataluña y la Comunidad de Madrid, con 4; 2 en Galicia; y 1 en Aragón y Región de Murcia. Pueblos y ciudades que quedan sumidas en el silencio cuando el caso los roza por cercanía, pero que parece que ya tenemos tan interiorizado lo común de los asesinatos que solo pensamos “otra más”. Laredo, Fuengirola, Los Realejos, Estepona, Vinarós, Torre-Pacheco, Parla o Alboraya han sido, entre otros, los escenarios de esta violencia contra las mujeres.
A esta escalofriante cifra hay que añadir la de dos niños asesinados por sus padres: el menor de 10 años que fue asesinado junto a su madre en una cueva cuando intentaba protegerla, y cuyo hermano se pudo salvar al huir en el momento en el que se padre comenzó a agredirlos y que fue encontrado, con tan solo 5 años, desorientado y con la escena en su cabeza; y el último caso confirmado, el de un niño de 11 años asesinado por su padre en Murcia el pasado 25 de julio, en el que existía una denuncia previa por violencia de género, a pesar de la cual el padre seguía viendo al niño sin ningún tipo de supervisión, lo que colocó al menor en una terrible indefensión frente a su asesino.
El número de menores que han quedado huérfanos debido a esta violencia en lo que va de año es de 27; tres de ellos, además, tuvieron el trauma de encontrar los cadáveres de sus madre. Todos ellos preadolescentes: el menor, de 11 años, y el mayor, de 15. La cifra de huérfanos y huérfanas desde 2013 es de 258.
Sabemos el género que tiene esta violencia y es masculino, lo que no debe confundirse nunca con que todos los hombres sean maltratadores, pero sí nos indica que son hombres los que matan a sus parejas o exparejas, mujeres; los casos de mujeres que maten a hombres, parejas o exparejas por ser hombres no es comparable ni en cifras ni en origen de la causa.
Son hombres los que ejercen esta y otros tipos de violencia contra las mujeres, niñas y niños. El sujeto a reformar es claro, pero la tarea es una obligación de toda la sociedad: “sin educación, sin visibilización de las causas de la violencia hacia las mujeres, ocultándola bajo lemas como “malos tratos” o “todas las violencias son iguales”, solo podremos retroceder, cuando hay que seguir avanzando con las ideas claras y el objetivo definido, acabar con la violencia hacia las mujeres en todas sus formas, aumentando la condena social hacia este tipo de delitos, para que las futuras generaciones cuando lo estudien, sepan que fue algo que pasó, pero que se acabó gracias al compromiso y al trabajo de todos y todas, no es algo que vaya a desaparecer sin más. Esperemos que el objetivo no se pierda en estos momentos oscuros que vivimos”, pide Dulce María Moreno, secretaria de Formación Sindical e Igualdad de USO.
Como señalábamos el pasado 22 de junio, sobre la Memoria del Consejo General del Poder Judicial relativa a 2018, el número de hombres denunciados por violencia de género ha alcanzado la cifra de 31.250, lo que supone un aumento del 7,8% con respecto a 2017. Se trata del mayor aumento en estos cuatro últimos años. Apuntábamos como dato alarmante el aumento de los casos de violencia entre la población joven, pues el número de víctimas de entre 18 y 19 años aumentó un 10,9%; los hombres denunciados con edades de 18 y 19 años aumentaron su cifra en un 14,1%. Desde 2003, año en que se empieza a contabilizar las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, el total de mujeres víctimas mortales es de 1.012, a las que se suman 29 menores.
Desde USO, “volvemos a transmitir, y no dejaremos de hacerlo mientras sigan matando al menos a una mujer, nuestra más profunda repulsa y condena firme contra la violencia machista, así como el compromiso de nuestra organización para sumar fuerzas en la lucha para su erradicación. Por ello, USO pone la Caja de Resistencia y Solidaridad a disposición de las afiliadas que sufren o han sufrido ataques machistas. En su reglamento, están especificadas las bases para la solicitud, deseando que ninguna de nuestras afiliadas la necesite ni ahora ni en un futuro, pero para que tengan la seguridad de una red en el caso de que la prevención falle”, ofrece Moreno.
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