El Banco de España ha publicado un informe en el que evalúa la situación económica y laboral de la juventud y sus consecuencias sociales: fallos en el sistema educativo, desempleo juvenil y precariedad
“La crisis del covid-19 y su impacto sobre las condiciones económicas de las generaciones jóvenes”, el informe sobre juventud del Banco de España, pone sobre la mesa problemas que ya existían, aunque se han agudizado durante la crisis del covid-19, y que, de alguna u otra forma, han estado presentes en el debate público en los últimos años. Entre ellos, fallos importantes en el sistema educativo, una impactante tasa de desempleo juvenil, la precariedad laboral que afecta especialmente a los jóvenes y las consecuencias que ello acarrea en la calidad de vida y estructura de nuestra sociedad.
Durante la pandemia la juventud ha estado en el punto de mira, pero no precisamente por la vulnerabilidad que en un momento como el actual posee ni tampoco para apelar a su responsabilidad para revertir una situación política, económica y social ardua y complicada. Los debates sobre juventud se han llevado a cabo sin la presencia de sus principales protagonistas: los propios jóvenes. Ello ya se manifestaba en el informe que presentó el INJUVE hace unas semanas y lo ha vuelto a recalcar Óscar Arce, director general de Economía y Estadística del Banco de España. La prueba de que no se les ha implicado es la baja participación electoral entre las personas de 18-34 años.
El informe del Banco de España sobre la juventud se ha presentado de una forma desglosada: impacto macroeconómico de la pandemia, educación, renta, acceso a la vivienda, natalidad, deuda pública, pensiones y reto medioambiental. No obstante, no es posible –o al menos deseable- entender cada uno de estos aspectos por separado, ya que unos interactúan con otros. Por otro lado, es imprescindible tener en cuenta que lo que afecta a los jóvenes nos afecta profundamente como sociedad y que las políticas que hoy se hagan pensando en éstos nos ayudarán a afrontar otros retos que puedan presentarse en un futuro.
Impacto macroeconómico de la pandemia
En cuanto al paro y a la crisis económica, se ha señalado la gran contracción general de la economía, que se debe principalmente al mayor peso de las actividades “sociales” (turismo) y de las pymes, las más afectadas por la crisis. Así mismo una alta incertidumbre fruto del entorno cambiante generado por la pandemia.
¿Posibles soluciones? Una reforma estructural tanto a nivel económico como institucional, pasando directamente por reformar la educación, el empleo, el sistema de Seguridad Social, la inversión en ciertos sectores productivos y organizar y planificar sobre lo que sí conocemos. Para ello es preciso realizar un análisis previo acerca del ritmo de recuperación de ciertos sectores productivos (especialmente el turismo) o sobre los daños al tejido empresarial.
El problema educativo
Otro de los problemas de base es la educación. Nos encontramos en un contexto de estado de alarma educativo: fatiga pandémica, posible bajada de la motivación y el rendimiento, dificultades para acceder al mercado laboral, problemas de salud mental (principalmente ansiedad), etc. Cada ciclo formativo presenta problemas específicos.
En el informe de Juventud del Banco de España se hace hincapié en el ámbitop universitario por ser el más fácil de evaluar, al estar tan ligado a la incorporación del mercado laboral. España ya presentaba serias deficiencias con respecto a esta cuestión, y estas se han acrecentado, aunque inevitablemente hayamos mejorado en aspectos relevantes como la digitalización de la formación, en la que sí se han producido avances.
Aunque resulte paradójico, se ha demostrado que los momentos de mayor estabilidad económica provocan cierta “relajación” en cuanto a la necesidad de formarse lo máximo posible o, si así se prefiere, los momentos difíciles obligar a formarse en demasía. Por ello no parece haberse acelerado de momento el abandono temprano del sistema educativo.
El problema surge cuando el sistema formación-empleo no está equilibrado, pues de nada sirve tener un mayor número de universitarios si el mercado laboral no está preparado para recibirlos. Esto es lo que comúnmente se ha llamado subocupación. A esto se suma la asimetría de género (cuestión que no cita el director del Banco de España) entre el número de universitarias que se forman y las que consiguen llegar a puestos de responsabilidad o la precariedad de los propios trabajadores de la enseñanza.
También, la falta de planificación sobre lo que se ofrece y lo que se necesita. Es absolutamente necesario reforzar la oferta formativa (y no solo la universitaria) en aquellos puestos en los que se vayan a demandar puestos de trabajo, así como transicionar hacia otros que serán necesarios en un futuro. O el reconocimiento de empleos que hasta ahora no habían sido valorados, dignificarlos para que sean atractivos también para los jóvenes.
Renta baja e inestable de los jóvenes
La renta baja e inestable de la que disponen los jóvenes es otra de las grandes consecuencias de la pandemia. La presencia de los jóvenes en el mundo laboral se resume en precariedad. Estos se distribuyen principalmente en las “industrias sociales”, que han salido perdiendo con prácticas como el teletrabajo, pues sus oportunidades son mucho menores.
Jóvenes que no tienen apenas ingresos, otros que sí pero que padecen la temporalidad u otros obstáculos y dependen aún de sus tutores, los cuales inevitablemente pierden en calidad de vida también.
Además, los jóvenes no han disfrutado de los ERTE en la misma medida que lo han hecho otros trabajadores de mayor edad. La “frágil vinculación con el mercado laboral” hace que esto se perpetúe y que sea más necesaria que nunca la visibilización del problema a través de instituciones públicas o privadas.
Derivado de todo lo anterior, la edad de emancipación de los jóvenes se retrasa, así como también cae la tasa de propiedad de la vivienda. Aunque esto en parte se debe a un gran aumento de la demanda de alquiler por parte de este colectivo por sus condiciones económicas, es importante también mencionar que se ha producido un cambio de paradigma en la forma de vida de la juventud: la incorporación de la mujer al mundo laboral, la vida media de las parejas, una mayor movilidad, un cambio en el concepto de arraigo, etc. Aun así, es necesaria la facilitación a estos jóvenes para alquilar en condiciones y un cambio profundo en los impedimentos antes mencionados.
Por último, la natalidad, la transición ecológica, los desequilibrios territoriales, las pensiones o la asistencia sanitaria, en definitiva, retos que tienen que ver con nuestro estado de bienestar, se ven directamente afectados por la mala situación de los jóvenes. Las principales herramientas que menciona Arce en este informe sobre juventud para mejorar en todo ello son: la política fiscal, que permite que se materialicen los cambios a nivel estructural, así como los fondos provenientes del programa europeo Next Generation UE. Pero no son las únicas. El nivel de concienciación que requieren estos cambios pasa por el fomento de la participación de los jóvenes, su implicación en los problemas importantes.
Los problemas de los jóvenes, son problemas de todos
Desde USO consideramos que no se puede entender lo que le pasa a la juventud como aquello que afecta solamente a los que forman parte de ella. Los problemas de los jóvenes son los problemas de todos y un gran problema de futuro.
Por ello, desde Juventud-USO consideramos necesario que el Gobierno, en conjunto con los agentes sociales, pongan en marcha medidas urgentes destinadas a recuperar el empleo juvenil y los derechos laborales de las personas jóvenes, para así garantizar una recuperación real del mercado de empleo juvenil, así como la recuperación de las condiciones laborales que se han visto mermadas aún más en el último año.
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