El secretario general de USO, Joaquín Pérez, analiza el futuro laboral más inmediato por la crisis del coronavirus
Todavía sin la seguridad de cómo iremos normalizando la actividad laboral, y esperando que no haya rebrotes en los contagio, la economía nacional cayó un 4,7% solo entre enero y marzo. Y lo va a hacer mucho más, entre un 6,6% y un 13,6%, en el conjunto de este año. Según las estimaciones, el desempleo podría superar el 20%, sin contar los afectados por los ERTE. Además, el déficit público podría dispararse en torno al 10%, junto a un deuda que superará con seguridad el 110% del PIB.
Sin haber resuelto los capítulos pendientes más importantes para el futuro de nuestro país, como es el de garantizar un sistema público de pensiones sostenible, junto a una protección social eficiente y de calidad para los próximos decenios; y sin haber puesto en marcha una necesaria reforma fiscal -incluyendo, por supuesto, los nuevos impuestos a las tecnológicas, que han quedado varados-, con el capítulo medioambiental en la cuneta… así nos enfrentamos al mayor reto en todos los órdenes en la historia de nuestra democracia.
Cómo abordar una nueva macrocrisis sin colchones en la mayoría de hogares y empresas
Las consecuencias pueden superar a las de la anterior y reciente crisis financiera en unos pocos meses. Pero ahora, ya sin colchones en muchos hogares y empresas. Hoy, mañana y pasado, se dispara el riesgo de pobreza y exclusión, con mucha gente esperando cobrar por errores y saturaciones: más de tres millones y medio de parados, varios millones de trabajadores que han finalizado sus contratos temporales y no tienen derecho a acceder a las prestaciones aprobadas, muchos pequeños empresarios que no saben si volverán a emprender la actividad ni cuándo. Las rebajadas cuantías del ingreso mínimo vital pueden ayudar en parte a algunas personas, sí, pero sabemos que su incidencia real en la recuperación es más asistencial que microeconómica.
Quedan en el tintero muchas preguntas y responsabilidades que pedir, por el coste humano y económico de la gestión de la crisis, pero también sobre qué se hace para minimizar los daños más inmediatos. Aunque gran parte de la respuesta esté en todo lo que no se ha hecho hasta ahora, con o sin virus.
Los años perdidos en elecciones, debates y campañas, hablando de política sin hacer política
Porque los políticos llevan años perdidos en elecciones, debates muy bien preparados, diciéndonos quiénes son buenos y malos, lanzando globos sonda… y no se han abordado los problemas reales ni se han puesto en marcha políticas ambiciosas, lejos de los estándares clásicos. Medidas de las que construyen futuro, las que generan empleo digno, dan músculo industrial y fortalecen el tejido empresarial, desarrollando de verdad unas capacidades de calidad para los trabajadores, creando realmente una apuesta por la investigación, la tecnología, la innovación y la ciencia. Conformados con un país de servicios y turismo, que no resuelve el problema energético y que no apuesta por el empleo de alto valor. Ponme una caña.
Políticas mediocres nacionales que, además, en la UE, después de 70 años desde su creación, se encargan de incrementar, volviendo a un papel dicharachero y burócrata -algo más maquillado y humano, pero sin terminar de creerse el proyecto social, económico y laboral que debería ser.
Ahora el problema es si uno llama al otro o si lo hacemos en formato a tres, cuatro u ocho. Y a esperar otro insulso gran debate político de esos que no aportan ni construyen, que ni es grande ni es debate. Que hace perder el tiempo. Que ya es tarde. ¡Poneros, coño!
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