La CES acoge con satisfacción el hecho de que las cuestiones de la política industrial, la energía y la lucha contra el cambio climático aparezcan juntos en la agenda del Consejo Europeo, el 22 de enero de 2014, la Comisión Europea publicó dos comunicaciones tituladas “Para un renacimiento europeo Industrial” y “Un marco político para el clima y la energía en el período 2020-2030”.
La política industrial, la energía y la lucha contra el cambio climático están íntimamente relacionados entre sí y deben abordarse de manera coordinada y coherente, en particular, para limitar el riesgo de la “fuga de carbono” para la era post 2020. La energía es una dimensión clave de la política industrial y las actividades manufactureras son la columna vertebral de las economías fuertes y resistentes. Los países con una gran base industrial han resistido mejor la crisis. La armonización de los horarios es un paso importante en la coordinación de estas políticas, que son esenciales para la creación de una economía sostenible y socialmente justa europea. Sin embargo, la CES subraya que no puede haber una cuestión de establecer una jerarquía entre el mantenimiento de la calidad del empleo en Europa y la lucha contra el cambio climático. Estos dos retos deben abordarse simultáneamente y con la misma determinación. El aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, nos recuerda lo importante que es que todo lo que puede hacer para lograr un acuerdo internacional jurídicamente vinculante que sea suficientemente universal y ambicioso en la Conferencia de París de 2015. La CES pide que ‘transición justa’ sea una parte integral del marco de la política que la UE adoptará para organizar la transición hacia una economía de bajas emisiones de carbono más allá de 2020. La noción de “transición justa”, que el movimiento sindical ha defendido durante muchos años, tiene como objetivo integrar las demandas de empleo en las políticas climáticas europeas e internacionales – tanto cuantitativa como cualitativamente, incluida la capacitación, participación de los trabajadores, la protección social y los derechos sindicales. La CES lamenta profundamente que esta noción todavía no se ha integrado en las políticas europeas, a pesar de ser parte de los acuerdos internacionales de los que la UE firmó en Cancún en 2010. La adopción de una hoja de ruta para una “transición justa” en Europa es una corrección esencial para el marco político actual, que deja de lado drásticamente las cuestiones laborales. Poner ‘transición justa’ en la práctica, será esencial para garantizar que todos los trabajadores apoyan las políticas dirigidas a la sustentabilidad ambiental de la economía europea.
La CES lamenta la falta de un contenido específico sobre el empleo, el empleo juvenil y la calidad del trabajo en la Comunicación de la Comisión “Por un renacimiento industrial europea”. La política industrial europea debe colocar la cuestión del empleo de calidad en el centro de sus objetivos, sin embargo, el texto de la Comunicación ofrece ninguna garantía de que las medidas propuestas se traducirá en la creación de empleos de calidad para los trabajadores europeos.
La Comunicación sobre renacimiento industrial se centra en las políticas para fortalecer el mercado interno y recomienda impulsar la competitividad a través de la desregulación (reposición) y la promoción de la gestión pública “favorable al crecimiento”. Esta noción restrictiva de la competitividad, que es el centro de las políticas se están aplicando para combatir la crisis, tiene el efecto de debilitar los servicios públicos esenciales y las normas desafiantes considere perjudicial para la competitividad empresarial, especialmente en el campo de la salud y la seguridad ocupacional. Re-industrialización es un objetivo fundamental para el futuro de Europa, pero no debe ir en detrimento de las normas que protegen a los trabajadores y ciudadanos. Competitividad de bajo coste basado en la desregulación y el dumping social debe ser reemplazado por una competitividad basada en la calidad, la innovación y la inversión. La financiación de la innovación, la investigación y el desarrollo en tecnologías industriales sostenibles se debe aumentar con urgencia y de forma espectacular.
La Comisión aborda en parte esta ambición de basar la competitividad de Europa en la calidad al hacer la modernización industrial en uno de los pilares de su política. En la política, se hace hincapié en la importancia de la innovación y las nuevas tecnologías y establece las líneas presupuestarias disponibles para las empresas, los Estados miembros y las regiones. Este enfoque proactivo es de agradecer. Sin embargo, tales medidas sólo tendrán éxito si van acompañadas de un ambicioso plan de inversiones y un marco reglamentario que permita a las autoridades públicas a desempeñar un papel activo en la reconversión industrial, en particular a través de políticas de ayudas estatales que permiten el desarrollo y la supervivencia a largo plazo de la industria proyectos en Europa, y los puestos de trabajo asociados a los mismos.
En cuanto a las sinergias que deben desarrollarse entre el clima de 2030 y el paquete de energía y la política industrial, la CES está preocupada por el enorme abismo entre, por un lado, el objetivo absolutamente esencial de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 80 a 95% en 2050 ( en comparación con los niveles de 1990) y, por otro lado, la insuficiencia de los recursos disponibles para dar a la economía europea de las tecnologías y la infraestructura necesarios para llevar a cabo la transición a una economía baja en carbono. El CES considera que hay una necesidad urgente de financiar proyectos piloto de tecnología de bajo carbono en Europa, sin la cual la industria europea no podrá cumplir con los objetivos fijados para este último en el “Hoja de ruta hacia una economía competitiva baja en carbono en 2050”.
El CES señala la propuesta de la Comisión para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE en un 40% en 2030. La ausencia de objetivos de eficiencia energética claros es el principal defecto de la propuesta de la Comisión Europea para 2030. Dada la dependencia energética de la UE, que importa el 55% de la energía que consume, y dada la alta proporción de la energía en los costes de producción, la competitividad de la economía europea depende de la mejora de su eficiencia energética. Por otra parte, los objetivos ambiciosos en este ámbito generan inversiones que creen puestos de trabajo inamovibles en sectores como la construcción y el transporte. Por ello, el CES considera lamentable que esta cuestión crucial no se incluyó desde el principio en el debate sobre las políticas climáticas y energéticas para el año 2030. Objetivo propuesto por la Comisión, que consiste en aumentar la cuota de energías renovables hasta el 27% de la energía consumida en Europa en 2030, por un lado, priva a Europa de un incentivo esencial para desarrollar un sector industrial de creación de empleo, mientras que, por otro lado limitar el potencial para la generación de energía doméstica sostenible en Europa. Mientras que la CES apoya la idea de tres objetivos nacionales vinculantes, las circunstancias nacionales deberían tener más en cuenta.
El marco europeo permite economías de escala y la puesta en común de los recursos y la CES ha venido reclamando una política energética europea común durante muchos años. El debate sobre la energía no puede ser reducido a la búsqueda de la competitividad de bajo costo y las opciones de energía de Europa no puede dejarse en manos del mercado. Los desafíos de la oferta, la dependencia energética, la protección ambiental y el acceso a la energía requieren una política basada en una mejor regulación de los mercados, el apoyo a la innovación y la finan
ciación para la mejora de la generación de energía y la infraestructura de distribución. La CES subraya que garantizar el acceso a la energía es un requisito esencial de la estrategia europea de reindustrialización.
La CES seguirá supervisando la política industrial, la energía y los problemas climáticos de cerca en los próximos meses y para exigir una transición justa para la Unión Europea, sus ciudadanos y trabajadores. El CES señala que se ha propuesto un plan para los trabajos de inversión, crecimiento y calidad y sostenibles “Un nuevo camino para Europa” [1] que, una vez más, es una condición previa necesaria para el cumplimiento de la política industrial, la política energética y los objetivos del cambio climático.
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