La emancipación de los jóvenes es cada vez más tardía: a los 30,3 años y obligados a dedicar el 93,9 % de su salario a la vivienda

La emancipación de los jóvenes es cada vez más tardía. Según un estudio de Eurostat, en España se sitúa en 30,3 años de media siendo una de las más altas de Europa. Uno de los factores por los que se ha llegado a esta situación es el aumento de precio de la vivienda. Esta se ha convertido en un bien de mercado cada vez al alcance de menos bolsillos. Podemos concluir claramente que, en la práctica, ha dejado de ser un derecho.

Esto ha provocado que ya no solo los jóvenes de 16 a 29 años no puedan emanciparse. También las personas que están en una edad comprendida entre los 30 y los 40 años están condenadas a una eterna juventud. Muchos tienen que volver a casa de los padres o están obligados a compartir piso como única alternativa ante el elevado precio de las viviendas, tanto en propiedad como de alquiler.

El 93,9 % del salario, destinado a la vivienda

La tasa de emancipación se recuperó algo en el primer semestre de 2023, con un 16,3 %. Pero estamos muy lejos de la media de la Unión Europea que está en el 31,9 %. Hay que decir que esta mejora no se ha producido en todas las comunidades autónomas. Diez de ellas han sufrido un retroceso. Esta desigualdad entre unas y otras está directamente relacionada con la tasa de paro que presentan los jóvenes. Cuanto mayor es el porcentaje de desempleo juvenil, más alta es la edad de emancipación.

Por regla general, el sueldo que perciben las personas jóvenes es inferior al SMI en 2023. De hecho, si miramos al conjunto de España, el salario medio de los jóvenes se situaba en 1.005,22 € netos al mes en 12 pagas. Si lo comparamos con el alquiler medio de la vivienda, podemos observar que este se encontraba en 944 € mensuales. Esto quiere decir que una persona joven debe destinar el 93,9 % de su sueldo a una vivienda.

Este dato evidencia que es imposible poder emanciparse de la familia para vivir solo.

Y todo ello, sin sumar los gastos medios que origina un piso en suministros como el gas, la luz y el agua, que ascienden a una media de 138,12 €. Sumando ambas cantidades, estaríamos hablando de un total de 1.082,12 € mensuales; es decir, por encima del salario medio.

A un joven le faltarían 76,90 € para poder emanciparse en solitario. Esto provoca que se tenga que compartir piso por necesidad. Hace unos años, era una tendencia de los estudiantes; ahora, también lo es de los trabajadores.

Imposible emancipación como propietarios

Los estudios sobre la distribución del salario indican que se debe destinar como máximo un 30 % del sueldo a la vivienda habitual. Entonces, nos encontramos en una situación desesperante para la juventud que busca la emancipación. Ni siquiera el alquiler de una habitación cumpliría estos requisitos, ya que el alquiler medio de una habitación en España cuesta 375 € al mes, lo que significaría el 37,3 % del sueldo de un joven español.

Además, el precio de las hipotecas también ha sufrido una subida. Pese a que es inferior al coste de un alquiler, la mensualidad de una hipoteca se sitúa en una media del 65,9 % del salario medio de un joven.

¿Por qué no tener entonces una vivienda en propiedad que nos garantice la emancipación? Para hacerte con una vivienda en propiedad hay que pagar una entrada. La media de lo que hay que ahorrar en España para dicha entrada de un piso es de 53.796 €, lo que supone cuatro años y medio del sueldo íntegro de un joven.

Si aunamos todos los datos, es evidente que la juventud está condenada a no poder abandonar el domicilio familiar.

Cada vez más partos de mujeres mayores que de jóvenes

Estos preocupantes datos sobre nuestros jóvenes también afectan a la edad en la que tienen el primer hijo. Ahora mismo, el 40,2 % de las madres primerizas supera los 35 años, edad marcada como límite de la fertilidad.

De hecho, este retraso de la maternidad nos ha llevado a presenciar más partos de madres de 40 años o más (10,7 % del total) que de menores de 25 (9,4 %). La media de ese primer bebé nace de una mujer con 32,6 años (cifra que puede subir en los próximos informes).

Según las últimas estadísticas del INE en 2023, solo han nacido 322.075 niños en nuestro país, siendo el peor dato desde 1941 y cayendo un 24,1 % en la última década.

Las condiciones en las que viven los jóvenes están provocando que apenas tengan hijos y, si los tienen, cada vez una edad más tardía. Una opción, la de no tener hijos o tenerlos tarde, que debería darse por elección, no por la imposibilidad social de tener una familia.

Los jóvenes suponen un 21,71% del total de la población española

Según el INE, la población española es de 48.085.361 personas (enero 2023). De ellas, 10.438.747 se encuentra entre los 15 y los 34 años. Es decir, que el 21,71 % de nuestros habitantes pertenecen a ese grupo de juventud. 

Si dividimos estos grupos en quinquenios, observamos que en todos ellos la población ha aumentado con respecto al anterior censo, de enero de 2022. Concretamente, ha crecido en 287.701 personas, de la siguiente manera:

  • De los 15 a los 19 años: 87.263.
  • De los 20 a los 24: 90.760.
  • De los 25 a los 29: 55.491.
  • De los 30 a los 34: 54.187. 

Si miramos las diferencias poblacionales por sexo, vemos que actualmente, hay más hombres que mujeres en todas las franjas de edad. Si hacemos una suma total, habría 220.047 hombres más:

  • De los 15 a los 19 años: 80.068.
  • De los 20 a los 24: 75.218.
  • De los 25 a los 29: 44.068.
  • De los 30 a los 34: 20.693. 

Además, han ido en aumento de enero de 2022 a enero de 2023, ya que en esa primera fecha había 207.064 hombres más, creciendo esta distancia en 12.983. 

Hay más gente joven en España que hace un año

La nota positiva es que, de enero de 2022 a enero de 2023, en todas las franjas de edad y en ambos sexos, hay más gente joven en España.

La población masculina ha crecido en 150.342 personas y, dependiendo del quinquenio analizado, lo ha hecho así:

  • De los 15 a los 19 años: 45.051.
  • De los 20 a los 24: 48.112.
  • De los 25 a los 29: 28.861.
  • De los 30 a los 34: 28.318. 

La femenina también ha aumentado, concretamente, en 137.359 (12.983 menos que los hombres), y por franjas ha evolucionado de este modo: 

  • De los 15 a los 19 años: 42.212.
  • De los 20 a los 24: 42.648.
  • De los 25 a los 29: 26.630.
  • De los 30 a los 34: 25.869. 

Hace una década había más jóvenes

Pero, si retrocedemos una década y nos situamos en enero de 2013, vemos que España ha perdido población joven. Concretamente, en esa fecha había 11.203.070 personas entre los 15 y los 34 años y, actualmente, 10.438.747. Esto significa una pérdida de 764.323 personas jóvenes

Sin embargo, si lo separamos por quinquenios podemos observar que actualmente hay más personas entre los 15 y los 24 años y el descenso considerable se ha producido entre las edades de 25 a 34. La evolución se ha producido así:

  • De los 15 a los 19 años: en enero de 2023 tenemos 397.430 jóvenes más que en la misma fecha de 2013.
  • De los 20 a los 24: 57.632 más.
  • De los 25 a los 29: 330.052 menos.
  • De los 30 a los 34: 889.333 menos.

Ha menguado más la población femenina que la masculina (400.340 frente a 363.993 personas menos). Es una esperanza que que hubo un ligero repunte en la natalidad o en las aportaciones exteriores de quienes están accediendo ahora a la mayoría de edad. Sin embargo, el relevo generacional es difícil de sostener a corto plazo, con 1.219.385 personas menos de entre 25 y 34 años que hace diez años (617.164 hombres y 602.221 mujeres).

Empleo de calidad y vivienda como un derecho

Desde USO, exigimos dos cosas primordiales. En primer lugar, garantizar empleo de calidad, con salarios justos, erradicando la temporalidad y las condiciones laborales abusivas para todas las personas y hoy, muy especialmente, para los jóvenes. Estos factores no permiten que la población joven pueda acceder a elementos básicos y desarrollar su proyecto de vida.

Y, en segundo lugar, asegurar la emancipación con la vivienda como un derecho. A día de hoy, las condiciones estructurales en España condenan a los jóvenes a vivir una eterna juventud. Y no en el aspecto positivo, sino en una precariedad crónica. Si no se aplican medidas urgentes, como un parque público real de vivienda en alquiler o políticas efectivas contra la especulación con un bien básico como es la vivienda, estaremos perpetuando las desigualdades.