La Oficina de la OIT en España ha presentado el informe sobre “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo”, en el que se recogen las principales conclusiones en materia de empleo a nivel mundial.
La primera conclusión que se saca del informe es que en 2017, a pesar de la recuperación económica, hay un estancamiento del desempleo (5,5%), una décima inferior que en 2016, sigue habiendo 200 millones de personas paradas desde que empezó la crisis, por lo que esta recuperación y mejora de la economía es incapaz de absorber las nuevas demandas de empleo y, así, disminuir el desempleo.
En lo referente a los modelos de empleo, la OIT señala que aumenta el empleo parcial no voluntario, lo que constata la mala calidad del mismo y en países del sur de Europa y en concreto en España, ha aumentado significativamente el empleo parcial no voluntario, sobre todo entre las mujeres de más de 30 años, que representan casi el 50% del empleo parcial no voluntario en España.
Este aumento, no solo del empleo parcial no voluntario sino de los empleos de baja calidad, está ocasionando que en España la recuperación económica no esté ligada a una recuperación social y que, en nuestro país, la pobreza extrema y severa sea un tercio superior a la media europea.
En el mundo hay 300 millones de trabajadores y trabajadoras que están en riesgo de pobreza extrema (sus ingresos diarios está por debajo de 1,9 dólares). En el caso español, se da la circunstancia que hay más riqueza que antes de la crisis, pero esa riqueza solo repercute al 1% de la población, es decir, a las personas con mayor poder adquisitivo, ya que ha disminuido la calidad del empleo, ha aumentado el paro, pero las empresas ganan más, por lo que estamos ante una desigualdad enorme en todo el país.
En cuanto al paro juvenil, la tasa de desempleo mundial se sitúa en el 13%, siendo esa tasa superior en los países del sur de Europa y norte de África, con el caso destacado de España, situada en el 42%. Esa tasa de paro juvenil esconde, además, la alta temporalidad de los contratos que se ofertan a las personas jóvenes y la mala calidad del empleo juvenil. Todos esos factores están haciendo que, por primera vez, el colectivo más vulnerable de pobreza en estos países sean las personas jóvenes.
Como conclusión final y con vistas a crear una sociedad más igualitaria y con menos desigualdad, desde la OIT animan a los agentes sociales a pensar el modelo del empleo, reducir el empleo parcial no voluntario y la calidad de los trabajos de las personas autónomas y apuntan que si se aumentan los salarios, el SMI y disminuye el empleo parcial, también disminuirá la pobreza.
Desde USO creemos que esos factores que indica la OIT -aumento de salarios y del SMI, disminución del trabajo parcial y mejoría en la calidad del trabajo autónomo- son necesarios para acabar con la pobreza en el conjunto del país, pero creemos que, además, hace falta un diálogo social alternativo, más plural y eficiente que sea capaz de ofrecer nuevas propuestas contra el desempleo, ya que, tal y como venimos observando, el modelo de diálogo social actual no está a la altura de lo que la sociedad necesita y los agentes sociales están más pendientes de hacerse la foto que de erradicar la pobreza y dar propuestas para crear empleo de calidad.
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