Los retos de adaptación, los riesgos para la estabilidad laboral y el futuro de las pensiones, pero también la mejoras en puestos de trabajo hasta hace unos años sujetos a penosas condiciones diarias, fueron algunos de los puntos que se abordaron en el panel de debate sobre digitalización y disrupción tecnológica en el marco del 11 Congreso Confederal.
Para ello, la Secretaría de Acción Internacional y Desarrollo Sostenible convocó a un conjunto de expertos, cada cual en una rama relacionada con el futuro de la tecnología y sus efectos, que expusieron ante nuestros congresistas las líneas básicas a las que ya nos estamos enfrentando y nos enfrentaremos en los próximos años.
El asesor especial de la Confederación Europea de Sindicatos, Patrick Itschert, abordó la tecnología desde el optimismo que nos han ido produciendo avances históricos como la llegada a la Luna o, más cercano, el coche no pilotado, pero remarcó que también vienen aparejados unos aspectos negativos que influirán, sobre todo, en el marco laboral. Desde su punto de vista, la negociación colectiva es el único camino para amortiguar esas desventajas y, sobre todo, para buscar una inclusión y una transición equitativa para esas generaciones no digitales que no pueden quedarse descolgadas del mundo laboral.
Para el profesor titular de la Universidad de Cantabria José Ramón Llata García, doctor en Ingeniería Industrial y experto en Robótica, uno de los retos más importantes que tenemos delante es formar a los jóvenes no en conocimientos, sino en aptitudes. Ya no se sorprende de cómo en sus años de académico los cambios han pasado de llegar año a año a ser casi de un día para otro. Llata expuso cómo la formación por medio de objetivos y proyectos que se implantó con el Plan Bolonia ha adaptado ligeramente nuestra enseñanza superior a la que se venía impartiendo en los países anglosajones y nórdicos, pero también añadió que el viraje sigue y cada vez más la formación es en línea y a la carta. Recalcó, además, que la digitalización no puede ser un campo específico, sino una materia imprescindible para todas las profesiones.
Profesiones del futuro que son también la preocupación de Pablo de Castro García. Como presidente de la Asociación Cántabra de Empresas de Nuevas Tecnologías, De Castro trató de ponernos en un escenario en el que ni siquiera él mismo sabía colocarse: qué profesiones se demandarán de aquí a cinco años. Porque, afirma, ni siquiera se puede prever qué trabajos será necesario hacer. Aportó incluso un dato: el 85% de los puestos que se demandarán en 2030 no se conocen… y estamos a sólo doce años. Que estarán relacionados la mayoría con las nuevas tecnologías, seguro; pero la velocidad de la transición es tan vertiginosa que los propios trabajadores que comienzan su labor con la formación más actualizada tienen que seguir reciclándose continuamente.
Un reciclaje que tiene que llegar también a la normativa. La investigadora sénior del Instituto Sindical Europeo, la doctora en Derecho y máster en Bioética Aída Ponce de León, reconocía que las leyes van con un retraso insalvable por el ritmo de la transición. Ya que, exponía con preocupación, no se puede legislar sobre aquello que aún no existe, y cuando existe se desarrolla de forma exponencial e inabarcable. Ponce de León puso sobre la mesa grandes preocupaciones del Instituto y, casi sin saberlo, de todos nosotros, porque a todos afectan. Las lagunas jurídicas que una nueva tecnología provoca las ejemplificó de forma muy didáctica en el uso que ha observado de robots en los hospitales de Bélgica, que sustituyen algunas de las funciones que hasta ahora realizaban asistentes sanitarios de diverso tipo. ¿Qué pasa si el robot falla? ¿A quién le pedimos responsabilidades? ¿A quien lo programó? ¿A quien no le dio la orden correcta? ¿Al propio fabricante? Incógnitas que llegan a la propia legislación sobre el lugar de trabajo cuando se trabaja desde casa o uno de nuestros grandes caballos de batalla para el futuro: la imprescindible desconexión tras la jornada laboral.
Sobre la necesaria desconexión y sobre abrir un foro de discusión efectivo en altas instancias sobre cómo serán las jornadas laborales a partir de ahora habló el Secretario General de nuestra Federación de Industria, Pedro Ayllón. Reparto porque, si en un sector como el que él lidera, los robots empiezan a destruir horas efectivas de trabajo de los empleados, será necesario reducir las jornadas para que haya empleo para todos. Y aún más, si trabajan las máquinas y no las personas, ¿quién cotiza? ¿Debemos pedir un cambio en la fiscalidad para las empresas que a costa de sustituir trabajadores por robots mantienen beneficios y reducen costes drásticamente? ¿Quién va a pagar las pensiones de aquí a diez años si ya hoy son un problema por el envejecimiento y las máquinas no van a tributar por nosotros?
El papel de los sindicatos, nuestro papel, lo reconoció Patrick Ischert en su despedida, será clave para que la digitalización llegue pero no atropelle; cree riqueza y no un abismo de descolgados del mercado; nos permita trabajar mejor, pero siga dejándonos trabajar.
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