USO considera que las nuevas medidas anticrisis no son malas, pero sí remiendos a un plazo demasiado corto, sin políticas de calado para salir de una crisis creciente
“Las nuevas medidas anticrisis no son malas, pero sí insuficientes, apuradas y tan a corto plazo que sus efectos durarán semanas, como ocurrió con la bonificación al carburante”, resume Joaquín Pérez, secretario general de USO sobre las últimas medidas anticrisis, “anunciadas, pero no plasmadas. No son malas, no estamos en contra de ellas. Pero tampoco podemos decir que sean la solución, porque no lo son. Con todo lo que está pasando y, sobre todo, con lo que todos sabemos que vendrá en septiembre, no se puede hacer política a una semana vista”.
En este sentido, Pérez repasa: “ayuda de 200 euros para las familias con pocos recursos o desempleados; bajar el IVA de la electricidad al 5 % año y medio después del comienzo de su escalada; descuento de 20 céntimos por litro en carburantes que hoy ya ha subido esos 20 y otros más, descuentos en transporte público, limitación al precio de bombona de butano o restricciones al corte de los suministros básicos para familias vulnerables son medidas muy necesarias en la actual coyuntura. Pero su efecto dura un mes. Acabará julio, agosto a lo sumo, y las familias tendrán que afrontar nuevas subidas”.
SMI y pensiones mínimas, pero IPREM congelado en las medidas anticrisis
Con la subida del SMI y de las pensiones de viudedad e invalidez no contributivas, “se da un paso también positivo. Siempre es una buena tendencia la subida de los salarios y las pensiones de los más vulnerables. Pero más del 60 % de los pensionistas no llegan al SMI; son sobre todo mujeres. Y la revalorización de las pensiones contributivas se ha quedado en 2022 muy lejos del incremento de la inflación. Tampoco el SMI cubre las necesidades básicos a día de hoy, por no hablar de los salarios en convenio, que muchas veces son solo ligeramente superiores al SMI y están registrando una subida media del 2,5 % frente a más del 10 % de IPC, que supera en algunas comunidades autónomas incluso el 11 %”, analiza el secretario general de USO.
USO echa de menos, no obstante, que la subida del SMI no venga acompañada de “un incremento del IPREM. El Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples solo ha subido un 2,5 % en 2022. Este indicador determina el acceso a múltiples ayudas públicas o acceso a vivienda protegida; a las prestaciones por desempleo y la renta activa de inserción (RAI); al subsidio por desempleo para mayores de 52 años; también otras ayudas por cargas familiares o para obtener el título de familia monoparental o numerosa de categoría especial; para el bono social de la luz u optar a justicia gratuita; así como para la bajada del IVA al tipo superreducido de la factura del gas para consumo doméstico, entre otras. Si este indicador sube menos de lo que sube el SMI, muchas rentas que a todas luces son insuficientes se quedan en tierra de nadie: no cumplen con el IPREM, pero tampoco con unas condiciones de vida digna”.
Los necesarios pactos fiscal y energético
Asimismo, se echa en falta en las medidas anticrisis una de las batallas de USO. Recuerda Joaquín Pérez, que “falta un acuerdo fiscal. Estamos en un escenario de total incertidumbre, con incremento de la deuda y muy preocupados por el déficit en el futuro inmediato y a medio plazo. No se puede consentir que grandes multinacionales que no crean empleo estable o que no repercuten sus beneficios en los salarios paguen tasas parecidas a las que gravan al trabajador medio o empresa de este país. Todo ello, mientras los datos de concentración de riqueza siguen en aumento, hay más riesgo de pobreza y crece la desigualdad”.
“Las rebajas fiscales son medidas urgentes y puntuales, para atajar problemas concretos que se presentan como un imprevisto. El coste energético y la inflación han dejado de ser un imprevisto. Y tampoco es una responsabilidad única del Gobierno. Los ciudadanos estamos cansados de vivir en un ambiente electoral constante. Señores diputados y senadores, están obligados a hablar y a ponerse de acuerdo. Eso es lo que le han dicho los españoles en las elecciones. Y no podemos entender que toda su aportación a la política sean reproches a la bancada contraria. Hacer política es mejorar la vida del país, no pelearse por un voto para no cumplir con el compromiso que adquieren con él. Los grandes momentos de la Historia Contemporánea se han salvado con pactos de Estado. Y eso necesita la fiscalidad y el suministro eléctrico ahora”, exhorta Joaquín Pérez.
Contratación indefinida: solo para las estadísticas
Por último, Joaquín Pérez incide en que “lo más importante, lo que sostiene la economía nacional y familiar, lo que crea riqueza y genera ingresos fiscales… el empleo… no se ha hablado del empleo. Seguimos celebrando estadísticas en las que se enmascara que el empleo se trocea, que es el peor de la Unión Europea. Seguimos con datos escandalosos de paro juvenil; con una de cada tres mujeres cobrando el SMI o menos; con la renta de los hogares por debajo a la de antes de la pandemia o con una duración media de los contratos de 46 días. ¿Cómo se explica eso, si ahora solo se contrata de forma indefinida?”.
En su análisis de los últimos datos de contratación y empleo, el Gabinete de Estudios de USO contemple que “solo el 39,8 % de los contratos indefinidos realizados en junio lo han sido a tiempo completo y la contratación indefinida a tiempo parcial se ha incrementado en un 278 % desde diciembre. Es decir, se ha triplicado en medio año”.
El secretario general de USO lamenta que “se le ha cambiado el nombre, pero el resultado es la misma mala calidad del empleo. Ahora un contrato indefinido no te garantiza ni estabilidad ni salario digno. Se ha precarizado la contratación indefinida. El fijo discontinuo es ahora la figura que sustituye al temporal, en lugar de ser un empleo estable en trabajos de temporada. Pero muy importante: un fijo discontinuo es un contrato indefinido y no aparece en las cifras del paro. No, restar números de las estadísticas o cambiarlos de columna no es crear empleo ni estabilizarlo”.
“Sin trabajo digno y salarios que permitan desarrollar la vida con normalidad, no habrá una transición justa y tendremos que seguir poniendo remiendos de urgencia. Sin una apuesta real por un cambio en el modelo productivo; por el empleo de valor y la modernización general de nuestro país; por acometer determinados retos estratégicos en infraestructuras y por la industria, que se deja languidecer poco a poco, se está construyendo sobre barro”, sentencia Pérez.
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