El terrible accidente producido en la Petroquímica de Tarragona ratifica dos denuncias que desde USO llevamos años haciendo. Por un lado, que la precariedad laboral, la reducción de inversión en prevención y el cumplimiento de la ley solo sobre el papel son elementos fundamentales para el aumento de la siniestralidad laboral y que, por otro lado, los accidentes laborales solo tienen repercusión en prensa cuando son espectaculares, cuando hay fallecidos y si afectan u ocurren cerca o en un núcleo urbano.
Las imágenes de la explosión en la fábrica de óxido de etilo Iqoxe impactaron por su violencia y espectacularidad, temiendo que el número de víctimas fuese arrollador y que tuviera consecuencias sobre la población residente en las ciudades próximas al polígono sur del complejo petroquímico donde se sitúa la empresa siniestrada. Por desgracia, el saldo final de este accidente ha sido de tres fallecidos y ocho heridos graves. Desde USO transmitimos nuestras condolencias a las familias y compañeros de las víctimas y deseamos una pronta recuperación a los heridos.
Tras los primeros días de desconcierto y confusión, ahora que ya comienza la investigación judicial del accidente es el momento de exigir que esta sea transparente y eficaz, y que sus conclusiones sirvan para la prevención de accidentes en empresas con actividades similares y que se depuren todas las responsabilidades.
También es el momento de tener en cuenta y reflexionar sobre algunas de las informaciones que estamos conociendo y que dejan a las claras que una empresa que, desde el inicio de su actividad en 2017, acumulaba cuatro sanciones de Inspección de Trabajo por incumplimientos en materia de seguridad y salud laboral y de las condiciones de trabajo, es una bomba de relojería y más teniendo en cuenta que la especial peligrosidad de su actividad.
Desde USO llevamos años exigiendo mayores recursos humanos y económicos para Inspección de Trabajo y un endurecimiento de las sanciones y de la normativa, porque, en muchos casos, las empresas dilatan los incumplimientos y pueden pasar meses e incluso años hasta que adoptan las medidas preventivas requeridas.
Además, hay que tener en cuenta que en las empresas en las que existe riesgo químico, como es el caso de Iqoxe, la exposición de los trabajadores a esta sustancias, como el óxido de etileno, que está considerado como cancerígeno por el Instituto Nacional del Cáncer, en condiciones de precariedad laboral e incumplimiento de la normativa en materia de prevención aumenta el riesgo de contraer una enfermedad profesional.
Por otro lado hay que resaltar la peligrosa proximidad del complejo petroquímico a viviendas y núcleos urbanos, con lo que los factores de riesgo y las posibles consecuencias se multiplican por mil, no solo ante accidentes puntuales como éste sino ante la exposición continuada a sustancias tóxicas en su vida cotidiana. Se trata de la mayor concentración de industria petroquímica del sur de Europa, alrededor del cual viven más de 300.000 personas. Desde hace años se lleva denunciando la falta de protocolos claros en caso de accidente, la inseguridad ante la calidad del aire que se respira y la necesidad de aumentar la seguridad y la regulación de la industria química.
Desde USO exigimos una revisión de los protocolos de actuación y comunicación pues consideramos que la magnitud del accidente ha puesto de manifiesto algunas carencias en su aplicación, en lo relativo a la activación de las alarmas, que no deben ser solo ante riesgo de nube tóxica, o por la caída de objetos con el evidente riesgo para los trabajadores y la población.
¿Servirá la repercusión mediática de este accidente para reflexionar sobre el derecho a la salud y la seguridad en el trabajo? ¿Se iniciará un debate a fondo sobre las políticas de prevención, el papel y los recursos de Inspección de Trabajo y la falta de cultura preventiva? ¿Se platearán medidas por parte de la administración a partir de lo aprendido en este accidente para que no se vuelva a repetir? Desde USO lo esperamos y trabajaremos para que así sea.
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