En el último Consejo de Ministros de la legislatura se aprobó un Real Decreto que modifica el Cuadro de Enfermedades Profesionales para incorporar el cáncer de laringe por inhalación de polvo de amianto. Su inclusión en el cuadro de enfermedades vinculadas con el ámbito laboral es fruto de la labor de investigación sobre la incidencia de este material en la salud de los trabajadores.
Desde USO valoramos muy positivamente esta modificación sobre todo por los trabajadores y trabajadoras expuestas al amianto. Este material es habitual en las minas de rocas amiantíferas, en la industria naval, en los trabajos de aislamientos y en ciertas ramas de la construcción.
Pero por otro lado consideramos que se debe abordar de una vez por todas la actualización del cuadro de enfermedades profesionales, muy limitado, que ya nació obsoleto porque, aprobándose en 2006 no recoge las dolencias provocadas por riesgos psicosociales. Citando el texto del propio Consejo de Ministros “El cuadro de enfermedades profesionales de la Seguridad Social data de 2006. Desde entonces, se han producido importantes avances en las investigaciones y en el ámbito científico que permiten un mejor conocimiento de los mecanismos de aparición de ciertas enfermedades profesionales”, por ello es más necesario que nunca la actualización que desde USO exigimos.
Las Enfermedades Profesionales son las grandes olvidadas de la prevención, dado que sus consecuencias no son instantáneas, se infradeclaran y se ignora que es necesario combatir los riesgos que las provocan, de hecho, se ha estimado que el 83% de las Enfermedades Profesionales no son reconocidas como tales. Según la OIT las enfermedades profesionales causan un número de muertes seis veces mayor que los accidentes laborales.
Al no ser reconocido su origen laboral no sólo la prestación que se recibe es menor sino que se contribuye, con ello, al aumento de casos. La situación económica, el desempleo y la facilitación del despido tras la Reforma Laboral hace que muchas personas acaben acudiendo al trabajo enfermos por miedo al despido o se den de alta de forma prematura, exponiéndose por tanto a aquello que les enferma y aumentando el peligro de accidente laboral. En 2013, el número de bajas por contingencias comunes se ha reducido un 41% y su duración un 17%.
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