Tras un año de pandemia del covid-19, abordamos con trabajadores esenciales el estado de alarma en la calle y cómo continúan realizando hoy sus tareas
Cuando el covid-19 transformó la normalidad a la que estábamos acostumbrados, también cambió el día a día de muchos trabajadores esenciales que desarrollan su labor en la calle. Es el caso de conductores de transporte de viajeros, limpieza viaria y Policía Local que tuvieron que continuar con su trabajo con la incertidumbre y el miedo de los primeros días y que, a día de hoy, siguen en primera línea.
Recopilamos los testimonios de nuestros delegados al frente de distintos servicios para la ciudadanía que no pudieron parar hace un año. Estos trabajadores actualmente se enfrentan a la “nueva normalidad” del covid dando lo mejor de sí.
El transporte de viajeros no paró
Jon Alcántara es conductor de autobuses en Bizkaia. Su actividad laboral no se vio paralizada por la pandemia. Al contrario, formó parte del grupo de trabajadores esenciales cuando se decretó el estado de alarma, y no ha dejado de acudir a su puesto de trabajo.
Aunque actualmente se conocen las medidas necesarias para reducir los contagios, Alcántara nos recuerda que el 13 de marzo del año pasado, la situación era complicada. “Al principio todo era un poco caótico, porque la información que se daba era contradictoria. En primer lugar se decía a los conductores que no hacía falta llevar mascarilla, incluso desde la empresa se aconsejó a un compañero que se la quitara, ya que estaba creando un estado de alarma entre los viajeros”, recuerda.
El temor entre los viajeros era la tónica de esos primeros días. Había mucho miedo al contagio. Los viajeros tomaron muchas precauciones. Al poco tiempo llegaron las mascarillas y el gel hidro alcohólico, pero la incertidumbre seguía ahí. “El volumen de viajeros bajó bastante, ya que a las restricciones de movilidad se le sumaba el aumento en el uso de vehículo propio por el temor al contagio”, explica Alcántara, pero ellos, los trabajadores esenciales frente al covid-19 tenían que seguir en primera línea.
Tras los primeros días, se comenzaron a tomar medidas desde la Diputación de Bizkaia, como la desinfección de los vehículos al final de recorrido, la eliminación del pago en efectivo o regular la entrada y salida de viajeros por la puerta trasera, así como la instalación de elementos de separación junto a la cabina de los conductores.
Continúan las medidas de protección un año después
Alcántara nos explica que, en estos momentos, el volumen de viajeros ha subido y las medidas de protección continúan. “Nos han puesto una mampara en el puesto de conducción, aunque en algunos vehículos estas mamparas no son muy idóneas por el tema de reflejos y nos impiden la visión del espejo exterior derecho. Hemos denunciado esta situación a Inspección de Trabajo y la Diputación ha anunciado que van a tomar medidas”, nos explica.
Además, los trabajadores reciben mascarillas FPP2 o NK95. “Nos están dando 7 mascarillas para todo el mes de trabajo, y creemos que son insuficientes”, expone Alcántara.
En cuanto al ritmo de vacunación, Alcántara es crítico. “La vacunación en Bizkaia va muy lenta. Antes de vacunarnos a nuestro colectivo están los compañeros del transporte sanitario, que están en primera línea y han tenido que ir a unos paros para exigir que se les vacune cuanto antes”, reivindica Alcántara-
Trabajadores de limpieza viaria, desinfectando las calles durante la pandemia de covid
Los trabajadores de limpieza viaria también fueron esenciales frente al covid cuando la pandemia irrumpió en nuestras vidas. Ellos también tuvieron que dar lo mejor de sí mismos en los inicios más duros.
Es el caso de Rosa María Carrera, delegada de USO en ESMASA Alcorcón. Echa la vista atrás y se confiesa muy orgullosa de cómo toda la plantilla no tuvo problema en adaptar su trabajo y hacer lo que correspondía en ese momento, que era desinfectar las calles. “Cambió un poco la forma de trabajar, porque el trabajo se enfocó a la desinfección. La carga de trabajo aumentó pero respondimos por todos nosotros y por los compañeros que no pudieron acompañarnos en ese trabajo por ser personal de riesgo”, relata Carrera.
Rosa confiesa que el miedo estaba presente en algunos momentos, pero en otros no tanto. El inicio de la desescalada fue complicado porque al comenzar la salida de los ciudadanos de las casas “aunque parecíamos esenciales, también parecía que no existíamos, porque algunos vecinos no cumplían las medidas de seguridad”, apunta la delegada de USO en ESMASA, aunque reconoce que por parte de la empresa se entregaron en todo momento los EPI y el material necesario, al inicio y en la actualidad.
Tras los primeros meses, poco a poco ha ido volviendo la normalidad a su trabajo. “Hemos vuelto a realizar nuestras labores normales, y la desinfección se ha repartido entre trabajadores que se han contratado en especial para ello”, explica Carrera.
Un año después, la plantilla de ESMASA en Alcorcón continúa con su trabajo, con todos los materiales y equipos de protección que requieren, pero sí reclaman que sean considerados colectivo prioritario para su vacunación al desarrollar el trabajo al aire libre y estar en contacto con toda clase de residuo orgánico, como las mascarillas.
Policía Local, trabajando duro desde el inicio de la pandemia
Jorge Rayón es agente de Policía local en la localidad cántabra de Comillas, otro de los colectivos de trabajadores que siguieron trabajando a pesar del covid-19. Durante los meses de marzo y abril del pasado año no solo tuvo que seguir en su puesto de trabajo, sino que para poder realizar su servicio correctamente vio como su turno laboral pasó de 7 a 14 horas.
“La situación laboral cambió completamente en esas fechas. Pasamos de hacer turnos de 7 a 14 horas. Este Cuerpo de Policía Local tiene una plantilla pequeña de 5 agentes y lo que se hizo fue hacer dos grupos para estar siempre con el mismo compañero y así limitar los contactos”, recuerda Rayón. Reconoce que desde el inicio, no les ha faltada material de autoprotección como sí han sufrido otros cuerpos.
Su trabajo, fundamentalmente en contacto con los ciudadanos, ha ido transformándose desde el inicio de la pandemia. A pesar del miedo inicial de la ciudadanía, reconoce que “a medida que ha pasado el tiempo, las personas se han relajado bastante. La prueba la tuvimos en verano. Comillas fue una las localidades más visitadas de España. Y veías a las personas, jóvenes y mayores, como si no pasara nada, como si la pandemia ya se hubiera acabado”, critica Rayón.
Actualmente, el trabajo ha aumentado respecto a otros años anteriores, “ya que hay que hacer que se cumplan las medidas sanitarias vigentes en cada momento”.
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